En mi trayectoria profesional y política nunca he estado vinculado a grupos económicos ni a consultorías relacionadas por la vía del tráfico de influencias con el Estado. Nadie puede sostener que me he enriquecido con mi accionar político. Es más, hoy, como resultado de mi candidatura presidencial, estoy enfrentando demandas por deudas que el Partido Humanista se negó a pagar, documentadas con facturas a su nombre y que desde el comando de la candidatura, confiados en la «rectitud» de los humanistas, se garantizaron por la vía de cheques en garantía. Seré yo quien asuma el costo de prácticas deshonestas del Partido Humanista, que, por la vía de facturas ideológicamente falsas, se apropió indebidamente de recursos fiscales.
Ciertamente, hay una masiva casta política que ha envilecido la función pública, gobernando inescrupulosamente para la oligarquía empresarial y los grupos económicos, con el consecuente abandono de nuestro pueblo y de su gente, pero hay otros que hemos querido redignificarla y rescatarla para que cumpla su rol de servir el interés público, lo cual no se logra sin pagar costos significativos.(El Mercurio)