Sorpresa en RN

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El resultado de la elección interna del pasado fin de semana marca un nuevo punto de inflexión en la turbulenta historia de Renovación Nacional. Como secretario general en las directivas de Carlos Larraín y Cristián Monckeberg y luego como timonel, Mario Desbordes jugó un papel central en el crecimiento que llevó a esa colectividad a transformarse en la más grande de Chile, pero su figura terminó también tensionando y polarizando el partido.

Fue su participación protagónica en las gestiones que desembocaron en el acuerdo del 15 de noviembre de 2019 lo que catapultó a Desbordes como un liderazgo nacional. En los difíciles días que siguieron al 18 de octubre de ese año, el entonces diputado y presidente de RN manifestó fuerte empatía con las demandas ciudadanas. Su discurso fue adquiriendo también, sin embargo, un tono cada vez más crítico no solo del Gobierno sino del mundo técnico y de los centros de estudios de la centroderecha. Reivindicando su origen social de clase media y focalizando —con expresiones a veces descalificadoras— sus cuestionamientos en figuras como el asesor presidencial Cristián Larroulet o en el Instituto Libertad y Desarrollo, se alejó de los liderazgos más tradicionales de RN —de los que antes había sido cercano— y tuvo un rol decisivo en la aprobación del primer retiro previsional el año pasado. La Moneda intentó sortear la crisis que ello generó en el oficialismo llevando al gabinete al hasta entonces timonel de Renovación, así como a su principal rival interno, el hoy canciller Andrés Allamand.

A diferencia de este último, Desbordes solo estuvo algunos meses en la cartera de Defensa, renunciando para lanzar su precandidatura presidencial, en un partido dividido entre sus partidarios y un sector disidente que apoya al exministro Sebastián Sichel. Luego de las megaelecciones de mayo incurrió en el que para algunos fue un grave error político, al postularse a la interna de RN al mismo tiempo que continuaba con su campaña presidencial. Factor tal vez decisivo en ese paso haya sido el de aparecer como la única figura de su sector capaz de enfrentar con perspectivas de éxito a una oposición interna cada vez más fuerte, molesta no solo por el tono y discurso de Desbordes, sino también por su grado de control de las estructuras partidarias. La apuesta, sin embargo, no funcionó. Así —sorpresivamente para muchos—, el senador Francisco Chahuán terminó derrotándolo en las elecciones del fin de semana.

Cabe destacar la actitud de Desbordes de haber reconocido el resultado y dado señales de colaboración con la nueva directiva, asumiendo como una responsabilidad institucional mantener una candidatura presidencial que ha quedado fuertemente dañada. Contrasta con dicha actitud la insistencia de algunos de sus partidarios en lecturas odiosas y hasta clasistas de lo ocurrido, pretendiendo victimizar a su líder y empañar la victoria de Chahuán como expresión de supuestos grupos fácticos. La tarea del nuevo presidente de RN partirá precisamente por recomponer la unidad interna y terminar con maniqueísmos que, si bien pudieron ser funcionales a la proyección de ciertos liderazgos, han desdibujado el perfil del partido y generado quiebres en la centroderecha. (El Mercurio)

Editorial de El Mercurio

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