Las tensas relaciones entre el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y la Casa Blanca podrían complicarse aún más, después de que The Wall Street Journal afirmó que Israel espió las negociaciones de las grandes potencias con Irán sobre el programa nuclear iraní.
El diario estadounidense afirmó, citando a un alto funcionario estadounidense, que Israel robó secretos de EE. UU. y que los transmitió a congresistas estadounidenses contrarios a las negociaciones para que los utilizaran contra los esfuerzos diplomáticos de la Casa Blanca.
Mientras el presidente de EE. UU., Barack Obama, eludió este martes comentar sobre el supuesto espionaje, Israel desmintió la información.
“Una cosa es que EE. UU. e Israel se espíen mutuamente. Pero otra cosa es que Israel robe secretos de EE. UU. y los comparta con legisladores estadounidenses para sabotear la diplomacia estadounidense”, escribió The Wall Street Journal, tras citar su fuente.
“Esta información no es cierta. Obviamente Israel tiene que defender sus intereses en materia de seguridad y tenemos nuestros propios servicios de inteligencia. Pero nosotros no espiamos a EE. UU.”, dijo el ministro israelí de Exteriores, Avigdor Lieberman.
“Obtuvimos nuestras informaciones de otras fuentes. Las instrucciones han sido claras desde hace décadas: no espiamos a EE. UU.”, agregó.
La actividad desplegada por el gobierno saliente contra las negociaciones sobre el programa nuclear iraní, incluida la intervención excepcional de Netanyahu en el Congreso el 3 de marzo pasado, irritaron a la Casa Blanca.
“El carácter público de la mutua hostilidad” entre Obama y Netanyahu “representa el punto más bajo de la relación”, opinó Jonathan Rynhold, autor de un libro sobre las relaciones entre EE. UU. e Israel.
La Administración estadounidense cuestionó incluso la credibilidad de Netanyahu. “Las palabras cuentan. Si usted dice algo diferente al cabo de dos días, ¿qué es lo que hay que creer?”, dijo el lunes el departamento de Estado.
La campaña electoral de Netanyahu exasperó a Washington. Para hacerse elegir, Netanyahu prometió que no iba a haber un Estado palestino, que Jerusalén nunca sería la capital de un Estado palestino, que iba a continuar con la colonización y esgrimió el peligro de un voto masivo de los árabes israelíes.
Después de la victoria, Netanyahu matizó sus declaraciones sobre la creación de un Estado palestino y el lunes dijo que lamentaba haber herido la sensibilidad de los árabes israelíes. Sin embargo, ese mismo día el secretario general de la Casa Blanca, Denis McDonough, llamó a Israel a terminar con “la ocupación que dura desde hace casi 50 años”, recordando que EE. UU. es favorable a la solución de dos Estados, uno israelí y el otro palestino.
Obama había criticado las declaraciones de Netanyahu sobre el voto de los árabes israelíes, dando a entender que socavaba la democracia israelí.
Las declaraciones poselectorales de Netanyahu no tranquilizaron a Washington y la Administración estadounidense dijo que estaba obligada a reevaluar el apoyo histórico que aporta a Israel en la ONU.(El Tiempo-Agencias)