Las historias sobre aviones desaparecidos dejan en la agonía a las familias de manera indefinida. Hasta que aparecen los restos.
En el caso del avión Douglas C-3, que trasladaba a uno de los equipos más célebres de Chile, el Green Cross, han pasado 53 años para poner punto y final.
El avión que transportaba a 24 personas, entre ellas técnicos y jugadores, se estrelló en Los Andes en 1961, cuando regresaban de disputar un partido fuera de casa. Todos perdieron la vida.
Hace unos días, un equipo de montañistas halló los restos del avión, que algunos daban ya por perdidos para siempre.
Este domingo se difundieron imágenes del lugar del accidente, a más de 300 kilómetros de Santiago, la capital.
Su ubicación no ha sido desvelada para que el lugar sea respetado y no se convierta en una atracción turística, según Leonardo Albornoz, uno de los expedicionarios.
«Sentí la energía del lugar. Se podía respirar el dolor», dijo Albornoz sobre el lugar del hallazgo.
El diario La Segunda informa que los expedicionarios armaron una improvisada gruta en el lugar con piedras en la que instalaron una imagen de la virgen, dejaron un rosario, agua bendita que llevaron a propósito y encendieron velas.
En Chile la tragedia causó una gran conmoción. El Green Cross, fundado en 1916, era uno de los equipos principales de la primera división.
Los jugadores volvían a Santiago tras disputar un partido de Copa fuera de casa contra el Osorno en el sur del país, que acabó en empate 1-1. Se dividieron en dos aviones. En el que acabaría estrellándose viajaban ocho futbolistas, entre ellos Eliseo Mouriño, un célebre volante argentino que provenía de Boca Juniors.
A pesar de haber perdido a casi la mitad de su plantilla, el equipo decidió jugar el partido de vuelta, que acabó perdiendo por 0-1.
El Green Cross no pudo reponerse de la tragedia aérea y una temporada más tarde descendió a segunda división. Posteriormente se trasladaron a la ciudad de Temuco y se fusionaron creando el Deportes Temuco que en 1984 terminaría por desaparecer.