La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EE.UU. plantea diversos desafíos y oportunidades para Chile. En primer lugar, uno de los temas que Chile debe observar con especial atención es la Visa Waiver, la que podría estar en riesgo debido a la creciente preocupación por el control policial y la gestión delictiva en ciertos estados norteamericanos. Si bien California y otros estados “santuario” han optado por políticas más flexibles en materia de migración y seguridad pública, es fundamental que Chile juegue un rol más activo para fortalecer su cooperación y asegurar la permanencia de este beneficio.
Por otra parte, la estrategia de Trump de endurecimiento en el control fronterizo de EE.UU., junto con un plan de deportaciones masivas, tendrá repercusiones indirectas en países de América Latina, incluido Chile. Con Nicolás Maduro negándose a entregar el poder en enero, la crisis humanitaria y económica en Venezuela y los privilegios que entrega el gobierno a quien ingresa ilegalmente a Chile seguirá generando incentivos para que muchos de sus ciudadanos busquen nuevas oportunidades en nuestro país.
En este sentido, bajo este riesgo, el debate migratorio en Chile no puede ser abordado únicamente con soluciones binarias, como un “perdonazo” para todos como plantea la política migratoria o una expulsión masiva. La experiencia muestra que hay medidas intermedias que pueden ser más efectivas para regular la migración. En vez de un enfoque que promueva la entrada y permanencia ilegal, Chile debería enfocarse en implementar medidas claras para desincentivar el trabajo sin autorización y asegurar que quienes laboren en el país lo hagan bajo un marco legal, con el correspondiente pago de derechos sociales. Este tipo de políticas no sólo permitirían reducir el atractivo del ingreso irregular, sino que también ayudarían a formalizar la economía y mejorar la integración de los migrantes que realmente contribuyen al desarrollo del país e ingresan legalmente.
Finalmente, el triunfo de Trump, sumado a su consolidación de poder con una Corte Suprema y un Congreso de mayoría republicana, representa un desafío diplomático significativo para Chile y el resto del mundo. La concentración de poder en las distintas ramas del gobierno de EE.UU. puede tener efectos en la política exterior, favoreciendo una línea más aislacionista y proteccionista que podría impactar las relaciones comerciales y diplomáticas. Aunque el modelo federal estadounidense mitiga en parte el riesgo de excesos democráticos, lo cierto es que esta concentración de poder implica que Trump tendrá un margen más amplio para implementar su agenda sin mayores contrapesos. Para Chile, esto significa que la diplomacia debe asumir una postura proactiva y fortalecida, buscando alianzas estratégicas y cuidando de mantener la cooperación bilateral en áreas críticas como la seguridad, el comercio y la migración. (El Líbero)
Álvaro Bellolio