Un penal, 10 balas y la Gendarmería de Chile-Pilar Lizana

Un penal, 10 balas y la Gendarmería de Chile-Pilar Lizana

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Vive en Cauquenes, trabaja en Santiago 1. Un operativo antidrogas, al interior de la cárcel en la Región Metropolitana, terminó con 10 balas percutadas contra la puerta de la casa en la Región del Maule. Este hecho va mucho más allá de una amenaza por interferir en un “negocio”, representa el problema de fondo que tiene la Gendarmería hoy en Chile.

Las economías ilícitas dentro de la cárcel son muy lucrativas, especialmente la de las drogas. Con una demanda cautiva, en un contexto donde el 85% de los que ingresan a los penales dicen consumirlas, además de que se les permite mantener dinero en efectivo. Un operativo antinarcóticos, no es bueno para el negocio. Es más, se necesita contar con el apoyo de quienes debiesen “mandar la cárcel”, los gendarmes.

Si miramos lo que pasa en Santiago 1, el penal en cuestión, vemos que tiene algo así como 4.000 internos y contabiliza menos de un gendarme por reo. O sea, la exposición a la corrupción, amenazas y extorsiones es bastante alta. En este panorama, el ataque en Cauquenes no debiese sorprender. Los criminales están haciendo lo que saben hacer para “advertir” a esa persona que cumple con su trabajo.

El Recinto Penitenciario de Alta Seguridad (REPAS) es otro ejemplo. Con un poco más de 290 plazas, alberga a poco más de 70 internos. ¿Por qué, si es ahí donde debiesen estar aquellos delincuentes más peligrosos, no siempre están ahí? ¿Y para agregar más leña al fuego, se organizan motines? Amenazas y extorsiones, para poder tener a los integrantes del grupo criminal en penales específicos que les permitan seguir controlando el territorio, responde bastante bien a esa pregunta.

Así las cosas, la corrupción en Gendarmería podría transformarse en un signo del problema de fondo: El control que el crimen organizado necesita tener del sistema penitenciario chileno.

A Chile han llegado los grupos de crimen organizado que utilizan a la cárcel para reclutar, someter y controlar. Desde ahí operan, y para eso, necesitan de un sistema débil que pueda ser permeado. ¿Cómo fortalecemos al sistema? Es la discusión que se debiese estar teniendo.

Este servicio cumple funciones estratégicas como el control de la población penal y la reinserción. En su calidad de servicio, pueden sindicalizarse, lo que en un contexto de criminalidad organizada representa una oportunidad para esos grupos. De ahí que, el elevar su nivel a institución no deliberante y apolítica debiese ser parte de la conversación, al menos para aquellos que desarrollan su vida laboral dentro de los penales. Esto, lleva a otro tema, ¿no será necesario dividir la Gendarmería, tener una policía penitenciaria que dependa del Ministerio de Seguridad y que se encargue de la población penal y un servicio para la rehabilitación y reinserción en el Ministerio de Justicia?

Se tendrá que hablar entonces de formación, capacitación y escalas de sueldo. Cerrar el círculo del delito debe, necesariamente, contar con la mejor Gendarmería para Chile. El objetivo final es fortalecer el servicio y proteger a sus funcionarios. Premiar a quienes cumplen su función con transparencia, probidad y responsabilidad. (El Líbero)

Pilar Lizana