En medio de la “toma feminista” de 2018, Emilia Schneider (hoy integrante del Congreso Nacional) declaró en una radio que “el debido proceso y la presunción de inocencia no toman en cuenta la desigualdad en razón de género”. La frase, que ya era escandalosa al pronunciarla quien entonces estudiaba Derecho, es especialmente reveladora a la luz del comportamiento de La Moneda durante las últimas semanas.
Si primero hubo una indolente demora en apartar al acusado Monsalve de sus funciones, luego se volvió al discurso según el cual a la víctima se le cree (“amiga, yo te creo”). La indolencia puede explicarse de distintas maneras, pero no así este discurso: él obedece a una mentalidad que ha sido cultivada por años.
Tal como nos lo recuerda la inverosímil denuncia contra el Presidente Boric, sin embargo, las razones para no hacerse eco de esa mentalidad son de un peso rotundo. Y este es el problema que, tras tres años de choque con la realidad, el Frente Amplio no ha logrado enfrentar: que no son tales o cuales acciones puntuales las que deben someter a revisión, sino una parte sustantiva de esa visión de mundo que han contribuido a difundir en el país.
Sin atisbo de autoexamen en ese plano, no hay salida del triste espectáculo que estamos contemplando.
Manfred Svensson