Se viven tiempos de apuros, redes e influencers en los que es importante no confundir progreso con velocidad. El riesgo de anunciar futuros logros “rapiditos” es que se deforme la realidad y las promesas queden vacías o peor aún se transforme el bien común en un objetivo más personal, transformándose el buen discernimiento en soberbia corriendo el riesgo de que la palabra dicha quede en la nada.
No es el deseo que ello ocurra en la próxima Cuenta Pública, sino todo lo contrario. Ojalá que la discursiva convoque a un diálogo fecundo donde la persuasión recíproca haga eco.
No cabe duda que gobernar conlleva el peso de las responsabilidades y decisiones difíciles, muchas veces, en esa fría soledad del poder. He allí la necesidad de un fuerte liderazgo.
Asoma en el recuerdo aquel importante concepto y frase del ex Presidente Aylwin, “en la medida de lo posible” que debe aplicarse a toda promesa y todo anuncio ya desde su concepción. Anunciar algo que será posible llevar a cabo aliviana el camino.
Este año la Cuenta Pública enfrenta situaciones complejas a saber:
-Hay pocos logros para mostrar.
-La ciudadanía está cansada y enojada.
-Se ha perdido la confianza por varias razones, una de ellas es la inseguridad y aumento del crimen organizado que suman a esta cuenta cruentas muertes de carabineros y homicidios.
-Los conflictos en materia de salud exceden la Ley Corta que extendió plazos. pero no resuelve el problema de fondo del sistema de salud. En el Hospital Sótero del Río borraron 323 mil personas en lista de espera, renunciando su Director. Cifras alarmantes del mal estado de la Salud Pública. La anticipación y prevención de la influenza, que es parte del otoño, no llegó a tiempo, registrándose ya cinco muertes.
-La condonación del CAE vuelve al tablero, siendo imposible desde lo fiscal y lo moral.
Todo anuncio, toda promesa debe contar con la factibilidad política, económica y social que permita llevarla a cabo. La situación fiscal ha presentado una tendencia negativa desde hace mas de 10 años tanto en materia de crecimiento como de sostenibilidad.
El plan de gobierno del Presidente Boric era parte de la Constitución propuesta plebiscitada y rechazada en septiembre de 2022. De haber ganado el Apruebo, el costo anual de implementación hubiera sido entre 8,9% y 14,2% del PIB, es decir -entre veintiocho mil y cuarenta y cinco mil millones de dólares- según cálculos realizados por el grupo de economistas que llevó a cabo el estudio. El problema fue que el entonces ministro Jackson condicionó las reformas del Gobierno al triunfo del Apruebo lo que les provocó un problema político sin saber además, cómo hubieran sido financiadas dichas reformas.
El Consejo Fiscal Autónomo de Chile (CFA) -creado el año 2019 reemplazando al Consejo Fiscal Asesor-tiene como objetivo el de contribuir a evitar un manejo insostenible de las finanzas públicas que pudiese tener un impacto negativo en la sociedad. Chile ha sido, es y debe seguir siendo un ejemplo en la materia. La experiencia internacional indica que cuando las mismas no son bien administradas los afectados siempre son los ciudadanos. Tenemos ejemplos muy claros en países cercanos. Hoy, sin embargo, se han prendido luces amarillas en Chile.
A fines de abril, el CFA entregó un mensaje al Congreso en el que alertó y calificó el estado de las finanzas públicas chilenas como complejas. Esto hace de Chile un país mas vulnerable a la crisis en relación al pasado, incluyendo la mas reciente con la pandemia en 2020.
El CFA hizo además un fuerte llamado a la clase política para acordar una agenda que logre reconstruir la capacidad del fisco para afrontar posibles y repentinos escenarios adversos como fue el Covid 19, el terremoto de 2010, los mega incendios y no menor, el feroz aumento de la inseguridad que requiere de muchos recursos. Existe, según el CFA, un acotado espacio para nuevos gastos entre 2024 y 2028, particularmente 2025 y 2026.
En Chile con cada nuevo gobierno se ha hecho hábito proponer una nueva reforma tributaria. Es una fuente de incertidumbre para nuevas inversiones esta costumbre. ¿Cuánto espacio queda para subir la carga tributaria? Poca o casi nada, debido al pobre resultado de la economía que no puede ralentizarse más aún.
En el encuentro realizado por Clapes UC relativo al nudo del llamado pacto fiscal, se dijo que entre 1990 y 2022 el PIB se casi cuadruplicó y los ingresos tributarios como porcentaje del PIB subieron un 60% . Se lleva una mucho mayor porción el Estado.
No hay espacio para subir impuestos, sino que se debe agrandar la base imponible eliminando exenciones y fomentando la disminución de la informalidad laboral y la evasión fiscal.
Por cierto, la gran cantidad de escándalos de corrupción en distintos estamentos públicos, de distintas pertenencias políticas indican una clara incapacidad del Estado de administrar a fondo las erogaciones públicas. ¿Querrán los ciudadanos pagar más impuestos si no se controla el gasto ni se eliminan estos focos de desvío de dineros? Preocupa un Estado ineficiente con severos focos de corrupción con los dineros de todos los chilenos que recauda el fisco. Sumamos las ineficiencias y contrataciones excesivas de empleados públicos, muchos sin experiencia. Cobrar y cobrar impuestos no es adecuado si los ciudadanos no ven rigor en el gasto presupuestario del Estado.
La propuesta fiscal del gobierno llamado “pacto fiscal” no recogió la gran mayoría de las sugerencias ciudadanas expuestas al gobierno.
Es una responsabilidad incorporar crecimiento económico y la eficiencia del gasto en toda política económica. Se debe reducir la evasión. Impulsar la economía derivaría en mayor recaudación.
A falta de disponibilidad fiscal la priorización del gasto es imprescindible. El gobierno de alguna manera se ha entrampado en la discusión de una reforma tributaria que fue rechazada para luego hablar del pacto tributario. Si sumamos el tema de la “permisología” en Chile, que tiene grandes demoras y retrasa inversiones durante años es otro factor negativo para el crecimiento económico.
La Cuenta Pública se produce en medio del proceso electoral de municipales y gobernadores. Debe marcar pauta para los próximos años más allá del actual periodo de gobierno.
Lo malo de las promesas es que luego hay que cumplirlas.
Los mejores anuncios son los que se pueden llevar a cabo.
Los mejores acuerdos son aquellos que festejan logros compartidos.
¿Serán mayoría los políticos intransigentes en Chile?
¿Querrán dejar de serlo?
¿O seguirá todo igual? (El Líbero)
Iris Boeninger