El resultado de la elección española del 28 de abril remeció profundamente el panorama político español. Los hechos más significativos son los siguientes:
- La irrupción de la derecha radical, Vox, con 24 diputados y el 10,3% de los votos, lo que representa un incremento extraordinario en relación al magro 0,2% que había conseguido en la última elección (junio de 2016).
- El descalabro del Partido Popular (PP), cuyo porcentaje de votos se redujo prácticamente a la mitad y perdió más de la mitad de sus diputados (bajó de 137 a 66 representantes en el Congreso de los Diputados).
- La fragmentación de la derecha/centroderecha española, que pasó de estar representada por un gran partido (el PP) -que hasta la elección general de 2011 agrupaba a prácticamente todo el espectro político a la derecha de los socialistas- a tres (PP, Ciudadanos y Vox) con serias diferencias entre ellas y un peso político relativamente comparable.
- La fuerte caída de la izquierda radical representada por Podemos y sus aliados. De hecho, su alianza electoral y sus filiales perdieron una tercera parte de su porcentaje de votos y el 40% de sus parlamentarios (bajaron de 71 a 42 diputados).
- La recuperación del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) liderado por Pedro Sánchez, que pasó del 22,7% de los sufragios en 2016 a 28,7%, aumentando su representación parlamentaria de 85 a 123 diputados. Esto viene a consolidar el alejamiento del PSOE del camino más moderado o genuinamente socialdemócrata representado por su gran líder histórico, Felipe González.
- El gran resultado obtenido por los partidos nacionalistas catalanes (ERC y JxCAT-JUNTS) y vascos (PNV y EH Bildu) que, en su conjunto, pasaron de 24 diputados en 2016 a 32 el 28A. En votos, estos partidos ganaron unos 580 mil sufragios.
La traducción en términos políticos de estos datos es la siguiente:
- La izquierda formará gobierno, pero con dos dificultades no menores. Por una parte, los socialistas querrán gobernar en solitario, pero Podemos, cuyos votos son esenciales para formar gobierno, aspira a entrar al gobierno. Por otra parte, el PSOE y Podemos no suman la cantidad suficiente de parlamentarios para lograr la investidura y por ello deberán pactar con los nacionalistas catalanes y vascos, que fue justamente el escollo que llevó a las elecciones anticipadas del 28A.
- La crisis ya anteriormente abierta dentro de la izquierda radical se profundizará, augurando una pendiente que puede terminar reduciéndola a la insignificancia política después de haber soñado, no hace mucho, con hegemonizar a la izquierda española. Un momento decisivo serán las elecciones regionales y municipales del próximo 26 de mayo, donde Podemos y sus confluencias seguramente perderán los gobiernos clave de Madrid y Barcelona. Ello con el agregado de que en Madrid Podemos está seriamente amenazado por el desafío de su disidente Íñigo Errejón, aliado de la actual alcaldesa Manuela Carmena.
- Todo indica que la oposición estará totalmente paralizada por la profunda división y pugna entre sus tres grandes partidos (PP, Ciudadanos y Vox), creando las condiciones para una izquierdización aún más clara del PSOE al no tener contendores de peso en el centro ni en la derecha.
- La crisis del PP no tiene visos de solución y la presión continuará por sus dos flancos: el de centro, representado por Ciudadanos, y el de derecha, con VOX abalanzándose sobre lo que denomina “la derechita cobarde”. Esto amenaza con desencadenar fuertes luchas internas entre el joven líder actual del PP, Pablo Casado, que camina por la senda abierta por José María Aznar, y el “rajoyismo”, es decir, quienes aspiran a darle continuidad a la orientación pragmática y centrista del ex Presidente del Gobierno Mariano Rajoy.
- El separatismo catalán será uno de los grandes ganadores, tanto por el significativo avance electoral de su izquierda republicana (ERC) como por su posibilidad de obtener concesiones del gobierno de Pedro Sánchez. También lo será en nacionalismo vasco, donde su ala moderada, el Partido Nacionalista Vasco (PNV), se ubica en una magnífica posición negociadora y su ala radical, EH Bildu (la continuación política de ETA), hará aún más militante su posición separatista.
En suma, los próximos años serán de una izquierda socialista hegemónica alejada de la tradición socialdemócrata y de un nacionalismo regionalista envalentonado. La izquierda radical representada por Podemos seguirá su marcha hacia la insignificancia y la derecha se verá sumida en la frustración, la futilidad y el canibalismo. Para decirlo con las palabras de la canción de Joan Manuel Serrat: “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios”. (El Líbero)
Mauricio Rojas