Venezuela: Café con leche subió desde 450 bolivares en 2016 a 20...

Venezuela: Café con leche subió desde 450 bolivares en 2016 a 20 mil en 2018

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Uno de los grandes objetivos macroeconómicos es el control de la inflación y por tanto, lograr la estabilidad en los niveles de precios. Sin embargo, Venezuela, el país con mayor inflación del mundo, dista mucho de alcanzar esta meta. Más allá de la frialdad de las cifras macroeconómicas, los problemas derivados de la inflación terminan por trasladarse a la población, que se encuentra ante una terrible carestía de alimentos.

Echando la vista atrás, regresando al año 1999, resulta más que sorprendente que 1 dólar se intercambiase por 0,573 bolívares. Hoy en día, para conseguir un dólar, son necesarios 201.787 bolívares venezolanos. En otras palabras, desde la llegada de Hugo Chávez y la denominada revolución bolivariana, el precio del dólar contra el bolívar ha experimentado un incremento del 32.215,88%. Si tomamos como referencia la victoria electoral de Nicolás Maduro sobre Henrique Capriles en abril de 2013, observamos que el dólar se ha encarecido un 860,13% a lo largo de los últimos cinco años.

Para comprender estas cifras hay que buscar las causas del problema de inflación desbocada que padece Venezuela. Y es que el país que actualmente preside Nicolás Maduro es una economía en la que la mayoría de los productos son de importación, a lo que hay que añadir que la devaluación del bolívar conlleva una creciente inflación. Esto significa que los empresarios venezolanos se ven obligados a pagar cada vez más bolívares por los bienes procedentes del extranjero.

¿Cómo afecta esto a la vida cotidiana de los venezolanos? Pongamos un ejemplo. Sirviéndonos de los datos tomados por la agencia Bloomberg vamos a analizar el precio de una taza de café con leche. El 1 de enero de 2016 su precio era de 450 bolívares, mientras que un año después alcanzó los 2.800 bolívares y con la llegada del 2018 se situó en los 20.000 bolívares.

Llega un momento en el que los precios aumentan de una manera tan desbocada, que el poder adquisitivo de los ciudadanos es insuficiente hasta para compra los bienes más imprescindibles para su supervivencia. Precisamente, esa es una de las consecuencias más temidas de la hiperinflación. La historia nos ha demostrado dramáticas situaciones sociales provocadas por la devaluación de la moneda y la inflación, como la hiperinflación alemana de la República de Weimar en los años 20, donde el dinero llegó a carecer de valor y los alemanes terminaron por recurrir al trueque para tratar de abastecerse.

La teoría económica y la experiencia establece tres posibles caminos para resolver los problemas económicos: la tradición, la autoridad y el mercado. Pues bien, para hacer frente al descontrolado incremento de los precios, Venezuela ha recurrido a la autoridad, es decir, el gobierno ha optado por prohibir la inflación. En este sentido, William Contreras, como Director de la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos ha ordenado a los supermercados que vendan a los niveles de precios del 15 de diciembre de 2017.

Esta medida no ha resultado ser la solución. Con una moneda terriblemente devaluada, los empresarios no pueden asumir los costes que les supone abastecerse de stock. Ante la falta de bienes de primera necesidad, esto termina por tener graves consecuencias sobre la población. La pobreza y el desabastecimiento provocan descontento, desesperación y saqueos.

La falta de alimentos y otros bienes de primera necesidad no es el único problema al que se enfrentan los venezolanos. El efectivo escasea y la población está recurriendo al pago con tarjetas de crédito, pero según los últimos registros disponibles (que pueden estar obsoletos), alrededor de la tercera parte de los venezolanos carecen de acceso a servicios bancarios.

Regresando a las causas de la hiperinflación que sufre Venezuela, encontramos que el Banco Central de Venezuela, como autoridad monetaria, no ha contribuido precisamente a la solución del problema, sino todo lo contrario. Prueba de ello han sido las grandes emisiones de dinero en efectivo, dado que la liquidez ha aumentado un 1.115% en 2017. En una situación de hiperinflación, el incremento de la cantidad de dinero en circulación es una medida completamente errónea que supone avivar las llamas del incendio. (Economipedia)

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