Estudié entre el año 2004 y el año 2011 en la Universidad de Chile. Y tuve también el privilegio de enseñar en ella durante unos años más. A lo largo de ese período, incluso en el campus más izquierdizado de la Universidad se percibía el espíritu y el discurso republicano como un escenario de fondo sobre el que todo el resto de las manifestaciones de la vida universitaria se desplegaban. Hasta el estudiante más radical presentía que habitaba un espacio en que todas las verdades se tocaban.
Lamentablemente, ese espíritu ha decaído de manera notoria. Estudiantes con actitud de consumidor, carácter de cristal y puño de hierro han hecho la guerra contra los fundamentos de la institución. Y el profesorado ha reaccionado o bien con un silencio timorato o bien con patética algarabía. En este segundo grupo se encuentra el rector Ennio Vivaldi, que deja el sillón de Bello tras ocho años, luego de liderar animadamente la rendición de la Universidad.
La tesis central de Vivaldi durante su período como rector fue que lo público se reduce a lo estatal, y que lo estatal le pertenece a la izquierda. De este modo, ha privatizado la Chile, creyendo hablar desde la cúspide de lo público, y la ha dejado escorarse y abatirse hacia los mismos bajos donde naufragó el Instituto Nacional. ¿Podrá la nueva rectora corregir el rumbo? ¿Querrá hacerlo? (El Mercurio Cartas)
Pablo Ortúzar Madrid