El primer año del gobierno no fue bueno, al revés. Todos los indicadores de resultados fueron a la baja. El apoyo a la Mandataria cayó al mínimo del 33%, el rechazo a su gestión subió al 58% (Cadem) y la evaluación del gabinete es aún peor, con un magro 26% de apoyo y 59% de rechazo. Las reformas refundacionales tienen más rechazo que aprobación, la crisis institucional es feroz, la clase política totalmente desprestigiada, los empresarios vapuleados, el Congreso sin credibilidad alguna, y los escándalos ocupan la prioridad de los medios. En ese escenario, qué podemos esperar para el 2015 en curso.
En lo económico, las expectativas son magras, a pesar de un ambiente internacional positivo. Los principales problemas son internos y será difícil seguir culpando al ex gobierno por lo que está ocurriendo. El ministro Arenas hizo un presupuesto con crecimiento del 3.6%, y esta semana ya bajó al 3%. El mercado está en torno al 2.5%, pero podría ser bastante menor, con desempleo llegando al 7% o más, con una presión inflacionaria no menor derivada del gasto público poco prudente. El déficit fiscal podría llegar al 3% o más, el dólar sobre $660 (que si beneficia al sector exportador), con la productividad cayendo un 0.5% y muy poca inversión, con un precio del cobre bajo los US$3. Ello ocurre en un ambiente de fuerte incertidumbre social que baja severamente las expectativas.
En lo político, el escenario es muy delicado. La alianza está destruida, con una severa crisis de liderazgos que la vuelve muy poco operativa y no se ve una salida fácil. Es muy probable que a partir de mediados de año empiece a crecer la figura de Sebastián Piñera.
El escándalo Caval ha golpeado al gobierno bajo la línea de flotación y ya no hay tanto respeto por la Mandataria, que no ejerce liderazgo alguno y no enfrenta a los medios.
El manejo del tema SQM ha crispado a la opinión pública. La Presidenta y el ministro del Interior están como ausentes. La Nueva Mayoría muestra pugnas internas quizás insalvables. De hecho, la reciente comisión de transparencia ha sido ampliamente criticada desde la misma Nueva Mayoría, y simplemente se armó una comisión paralela. Lo más probable es que se neutralicen. El desprestigio del gabinete es enorme y necesariamente deberá haber un cambio, quizás antes del 21 de Mayo.
Para que ese cambio pueda mejorar la posición del gobierno, debe reemplazar al ministro del Interior, al de Educación, y al de Hacienda. De otro modo, no será creíble. Lo que está claro es que Bachelet ha perdido poder de manera significativa y eso es muy delicado.
En lo social, probablemente tendremos un año muy agitado. La ex Concertación ha criticado severamente al gobierno por tener demasiados frentes abiertos de manera simultánea. Un infantilismo progresista como le llamó Ignacio Walker. Por ejemplo, las nuevas y malas reformas en educación, la crisis en salud y destino de las isapres, la economía a la baja, la congestión creciente, la energía que no avanza, la corrupción que se destapa, el transporte público deficiente, la descentralización en marcha, la delincuencia e inseguridad crecientes, la Araucanía en crisis severa, la minería en problemas y otras.
A esos frentes el gobierno quiere agregar otros como la nueva Constitución, la reforma laboral, el aborto, y en 2016 ya vienen las elecciones. Todo esto en forma simultánea muestra una mala manera de gobernar y tiene mal pronóstico.
Ya partió la primera manifestación estudiantil, que probablemente se irá agudizando dada la mala reforma. Para abril el Colegio de Profesores anuncia paro nacional. Es probable que la CUT no quede satisfecha con su reforma sindical. Los problemas de la economía generarán más descontento y la caza de brujas por escándalos seguirá al alza.
Grandes crisis requieren grandes soluciones. Grandes soluciones son obra de grandes líderes, y esa es la falla central de nuestro querido país. (La Tercera)