El presidente chino, Xi Jinping, está de gira en América Latina. El mandatario ya visitó Ecuador y Perú, y hoy llega a Chile. El viaje de Xi empieza inmediatamente tras las elecciones en Estados Unidos que pusieron en duda el futuro de relaciones entre ese país y América Latina, y marcan el surgimiento del gigante asiático como el socio comercial e inversionista clave para la región. China se mostró abierta a la posibilidad de expandir su actualmente muy limitada colección de acuerdos de libre comercio en la región (por ahora, sólo tres países –Perú, Chile y Costa Rica– tienen estos acuerdos en funcionamiento). Para los tres países de la agenda de Xi, China es el mayor inversionista extranjero directo.
Para América Latina, los lazos comerciales más profundos seguramente son una prioridad, pero la diversificación del comercio y las inversiones serían igualmente importantes. El debilitamiento de la demanda de importaciones en China desde 2015 tuvo consecuencias severas para América Latina, e hizo surgir dudas sobre el desarrollo de las relaciones económicas entre el gigante asiático y la región latinoamericana.
FORTALECIMIENTO DE LAZOS
En los últimos quince años, el comercio entre China y América Latina aumentó casi 20 veces. Desde alrededor de US$ 5 mil millones en 2000, las exportaciones de la región a China llegaron a US$ 104 mil millones en 2015.
El flujo de Inversión Extranjera Directa (IED) de China a América Latina y el Caribe fueron más lentos en despegar, pero también han aumentado significativamente en los últimos cinco años, sumando US$ 84 mil millones entre 2010 y 2015.
Los crecientes flujos de comercio e inversiones de China indudablemente han tenido un impacto beneficioso en forma de mejor crecimiento en la última década. Pero también hicieron que la región sea vulnerable a una inevitable ralentización y reequilibrio de la economía china que empezó en los últimos dos años y significó el ajuste brusco de la demanda china de importaciones y de precios de materias primas.
Los datos son claros. Según las estimaciones de Economist Intelligence Unit, el crecimiento en volúmenes de importaciones de bienes y servicios cayó de 9,2% en 2014 a 1,3% en 2015. En términos de dólares estadounidenses, las importaciones chinas desde América Latina cayeron casi 20%, a US$ 103 mil millones, desde el peak histórico de US$ 126 mil millones el año anterior.
En conjunto, los ingresos fiscales de la región han caído 4% del PIB en los últimos cinco años, llevando a un ajuste sustancial de la política fiscal de todas las grandes economías de América Latina. Combinado con la reducción de las inversiones en toda la región y su efecto devastador en el consumo privado, el resultado han sido dos años extremadamente decepcionantes para la economía: en 2015 el PIB real creció solo 0,1%, y para 2016 se estima contracción de 0,4%.
CRECIENTE DESEQUILIBRIOS
Los problemas económicos de la región al menos en parte son un reflejo del fracaso de las autoridades en aprovechar el súperciclo de los commodities en la última década para implementar las reformas estructurales domésticas que podrían haber sido un paso a una economía más diversificada, competitiva y productiva.
Las cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU (Cepal) indican que tres cuartos de exportaciones de la región a China están formados por solo cuatro materias primas: petróleo, cobre, mineral de hierro y soya. Mientras tanto, reflejando ingresos por persona relativamente altos en Latinoamérica, tanto como los costos bajos de producción en China, el país asiático exporta gran porcentaje de bienes de consumo de baja y alta tecnología a América Latina.
Este proceso de exportaciones de recursos naturales a China e importaciones de bienes de mayor valor agregado ha producido grandes y crecientes déficits en la región durante la mayor parte de la última década, que ascendieron a US$ 26 mil millones en 2015.
El mismo patrón es evidente en el rol financiero e inversionista de China, cuyos capitales se han centrado directamente en las industrias de recursos naturales para asegurar el suministro o en la infraestructura para facilitar el transporte.
PLAN PARA AMÉRICA LATINA
Mientras tanto, las autoridades de ambas partes están perfectamente conscientes de los desafíos que trae la estructura de comercio e inversiones. En mayo del año pasado, durante su visita a la región, el premier chino Li Keqiang notó que “América Latina no tiene que limitarse a ser el ‘proveedor global’ de materias primas, ni China de ser ‘una fábrica mundial’ de los bienes baratos para siempre”.
Durante las últimas visitas a la región las autoridades chinas instalaron nuevas prioridades de cooperación en sectores prioritarios como energía, infraestructura, agricultura, manufactura, logística e innovación científica y tecnológica. Al ser implementado en su integridad, el plan puede tener un efecto transformador en la región latinoamericana.
Las inversiones latinoamericanas en infraestructura actualmente están en 2% del PIB –muy por debajo de los necesarios de más de 6% para 2016-2020– y se requiere de capital extranjero para cerrar la brecha. Lo mismo pasa con las inversiones en investigaciones y desarrollo tecnológico (0,5% del PIB en comparación con 2% de promedio mundial). Además, Beijing ha puesto un nuevo enfoque en la participación de las empresas privadas en inversiones que antes era extremadamente limitada.
La diversificación del comercio y las inversiones dependerá en parte de la transición económica interna en China y su capacidad de seguir con los compromisos, pero también de la capacidad de las autoridades latinoamericanas para aumentar la competitividad de los países del continente por medio de reformas estructurales. (DF)