El país cuenta con un fondo de pensiones valorado en 2,3 billones de dólares australianos (alrededor de 1,5 billones de euros), el cuarto mayor del mundo después de los de EEUU, Reino Unido y Japón.
Al igual que en muchos países, los jubilados australianos pueden tener una pensión estatal y un plan de pensiones privado. Pero el elemento alabado internacionalmente es un sistema de contribuciones obligatorias de las empresas y los empleados a las pensiones llamado «Superannuation». Su objetivo es que el Estado pague el menor dinero posible en pensiones.
ANIVERSARIO
Este año se cumple el 25º aniversario del sistema de superannuation en su forma actual. El plan se creó como respuesta a las demandas salariales de los sindicatos a mediados de la década de 1980.
Para evitar que subiera la inflación, se acordó que las empresas debían reservar fondos para las pensiones de los trabajadores, concediéndoles de hecho un aumento salarial que no podrían gastar. En 1992 se aprobó una ley que hizo que casi todos los trabajadores formaran parte del sistema.
«La idea fundamental es que el sistema de contribuciones es obligatorio», dice Ian Silk, consejero delegado de AustralianSuper, uno de los mayores fondos de pensiones del país.
El porcentaje de las contribuciones de las empresas ha aumentado del 3% al 9,5% en la actualidad, y será del 12% en 2025. «Pero debido a que cada vez habrá más jubilados y a que el gobierno está revisando el sistema detalladamente, la próxima década será importante para su futuro», añade Silk.
Las comisiones que cobran los fondos de pensiones son un tema controvertido, en parte porque hay expertos que cuestionan la eficiencia de los fondos en materia de inversión. «Las comisiones medias son del 1%, pero oscilan entre el 0,07% y bastante más del 2%. Esto puede suponer una diferencia de decenas de miles de dólares en los ingresos de un jubilado a lo largo de su vida», dice Tom Godfrey, portavoz de Choice, el mayor grupo de defensa de los consumidores del país.
Por su parte, Martin Fahy, consejero delegado de la Asociación de Fondos de Pensiones Superannuation de Australia (ASFA), señala que «la regulación y las tendencias en la inversión han impedido que las comisiones bajen».
Los fondos de pensiones son partidarios de invertir en activos como propiedades inmobiliarias y proyectos de infraestructuras.
En general su rentabilidad es buena, pero requieren un gran gasto de capital y son más costosos para los inversores que activos tradicionales como los bonos. «No es que los fondos no quieran reducir las comisiones, sino que las inversiones en activos que hacen son muy complejas y costosas», añade Fahy.
Otra cuestión que se plantea en el debate es si el sistema podrá satisfacer las necesidades de los jubilados. Según un informe de la consultora de inversiones Willis Towers Watson publicado en 2014, sólo la mitad de las parejas de entre 40 y 64 años de edad y poco más de un 20% de los solteros tendrán unos ingresos holgados cuando se jubilen, incluso si se añaden sus ahorros adicionales. (DF Financial Times)