Renato Garín, diputado del FA: “Nuestra oposición es al sistema”

Renato Garín, diputado del FA: “Nuestra oposición es al sistema”

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Renato Garín, diputado electo por el Distrito 14, que incluye a comunas como Melipilla, Talagante, Calera de Tango, Curacaví y María Pinto, es uno de los nuevos parlamentarios que ingresarán al Congreso, de la mano de la oleada frenteamplista. Militante “díscolo” de Revolución Democrática (RD), de pasado liberal, y una de las plumas más mordaces de la nueva fuerza política, analiza el ethos más profundo del Frente Amplio (FA) y la decisión política de constituirse como oposición, sin importar quién gobierne a partir de marzo de 2018.

El académico reconoce que son tiempos movidos al interior del Frente Amplio, la resolución respecto a la segunda vuelta los ha llevado a las ligas mayores. El 20% obtenido por Beatriz Sánchez en la primera vuelta ha sido motivo de alegría, pero también de una fuerte “falta de autocrítica a la interna”. Según Garín, la clave del éxito estuvo en las últimas semanas de campaña, “dijimos la verdad, Beatriz enfrentó a los candidatos y no nos mandamos ninguna cagada política”.

Asegura que en la discusión respecto al apoyo hacia Alejandro Guillier no ha logrado comunicar el hecho de que “el sustrato de la base frenteamplista es que queremos un cambio cultural y de régimen”, discurso que tampoco “se logró transmitir en la campaña presidencial. Se fue desfigurando en medidas concretas, a tal punto que quedó la sensación de que éramos chiquillos buena onda, con la política Disney, que no hay conflictos y eso es una falsedad tremenda”.

-¿La búsqueda de ese cambio de régimen, de terminar con el ciclo neoliberal, y el cambio cultural es la base de su definición como fuerza opositora a la Nueva Mayoría y a Chile Vamos?
-Si uno mira el caso español y el caso alemán, ves que hay un cogobierno, tintes más, tintes menos, entre la derecha y el PSOE o la socialdemocracia. En Chile, yo tengo la impresión de que, gane quien gane, terminaremos en esa especie de cogobierno, donde la derecha y la Nueva Mayoría voten juntos los proyectos. Por eso era muy importante decir que somos oposición, porque nosotros, más que oposición a Guillier o a Piñera, somos oposición al régimen, y muy probablemente, al igual que en Alemania y en España, el régimen se unifique para defenderse de estos opositores.

-Hay mucha gente que, bajo la lógica del statu quo de poder bajo el duopolio, no entiende la constitución del Frente Amplio como un opositor, independientemente de quién gobierne a partir de marzo. ¿Cuál es la relevancia a nivel táctico y estratégico de esta definición?

-Está la cuestión táctica, que somos oposición al régimen, no a Piñera o Guillier, sino al régimen como está planteado. Una vez dicho esto, está la cuestión a largo plazo, y es que el Frente Amplio se plantea como una fuerza de fin de régimen, esta no es una fuerza más dentro del esquema de la transición, los dirigentes del Frente Amplio pensamos que somos la fuerza que va a romper el régimen, estamos entrando a la política para eso (…). ¿Cómo somos más? Una manera es plantearse como una oposición a quien gane el gobierno y otra es ser al régimen. Yo creo que la segunda opción hace más sentido en la base frenteamplista. No se planteó así en la campaña, pero es lo que ahora está puesto. Probablemente el éxito histórico del Frente Amplio se va a medir por nuestra capacidad de modificar o hacer caer el régimen político como está hoy día.

-En algunos sectores políticos los vieron como un agente oxigenador del sistema político en crisis y les choca el discurso de no dar un apoyo tácito a Alejandro Guillier, lo que podría terminar dándole el triunfo a Sebastián Piñera.
-Esa es la cuestión política del presente, hay un sector de la Nueva Mayoría que entiende nuestro programa pero no nuestra táctica, y lo que tenemos como punto de tope es que sectores progresistas de la NM, incluso de la DC, piensan que el sistema político oxigenándose, votando más gente, va a salir adelante. El punto de nosotros, en cambio, es más crítico. Primero, no hay oxigenación. Si el norte nuestro hubiera sido oxigenar, hacer que la gente joven votara, fracasamos, el mapa de votantes sigue más o menos como estaba antes, entran nuevos dirigentes, pero tampoco es que llegue la clase popular obrera al Congreso. Y en tercer lugar, nosotros no somos la vanguardia popular leninista bolchevique. Entonces, por un lado, no estamos de acuerdo con la tesis socialdemócrata de Guillier, de que oxigenemos por dentro, tampoco estamos en la tesis de quebremos al país, sino que estamos en la tesis intermedia de que el régimen cambie y apostar a ser la fuerza hegemónica del cambio. Es una cuestión táctica, donde probablemente los dirigentes de la NM nos dirían que estamos locos.

-Ustedes son una fuerza joven, con un sinfín de matices internos, desde el partido de cuadros, la socialdemocracia, el mundo liberal, humanista, ecologista, las nuevas concepciones socialistas y comunistas que trae el autonomismo. Finalmente, ¿cómo logran confluir en este proyecto que marcaría el fin de transición, cuál es el proyecto político e ideológico que consensúan?
-Y todavía faltan muchos, el FA tiene que ser más amplio. Si el Frente Amplio aspira a ser mayoría por sí solo, tiene que ser más amplio de lo que es hoy día, hacia todos lados. El problema es cómo uno maneja esa amplitud. La única manera de manejar la divergencia política es el programa político, por eso es que nuestro programa era tan importante, es lo que nos une, el problema llega cuando empiezas a divergir en el programa.

-¿Qué es lo relevante de este programa, más allá del “gallito político” con la candidatura de Alejandro Guillier? ¿Qué pueden transar o dialogar, con vistas a legislar el otro año en el Congreso, y cuánto deben guardar como capital electoral y político, para ser una fuerza autónoma, sin que se los coman?
-Ese cálculo, que es súper importante, no se puede hacer hoy día. Ese cálculo se hace la noche de la segunda vuelta, ver dónde quedamos políticamente, y cuánta de nuestra gente vota por Guillier en segunda vuelta, independientemente de lo que decidan las orgánicas. Respecto a guardar capital político, tiene que ver con la pretensión del Frente Amplio de ser hegemónicos. La única forma de serlo, en el mundo progresista, es ser el representante de las causas que defendemos. Si aparece otro representante mejor que nosotros, de las causas nuestras, vamos a ser renegados de facto. En España esto ocurrió, la aparición de Podemos por la izquierda da origen a Ciudadanos por la derecha, y tratan de encarnar un travestismo de lo mismo. El PSOE muta y eso va a pasar en Chile probablemente, porque en Chile las fuerzas progresistas y liberales van a tratar de mimetizarse culturalmente con el Frente Amplio, y esa es nuestra batalla, seguir diferenciados culturalmente. Por eso es tan importante mantener los comunales funcionando, eso es lo que le da el oxígeno al FA por abajo. Si nos convertimos en una fuerza de comité político los lunes, así no vamos a ser ninguna novedad.

-Pero también son un conglomerado de organizaciones políticas y, de una u otra forma, deben tomar definiciones rápidas, que no siempre permiten esperar los tiempos de la discusión social.
-El problema de esta discusión es que ambas cosas son verdad. Es verdad que las orgánicas tienen que decidir y que tienen militantes y procedimientos que respetar, y también es verdad que el frenteamplista común y corriente tiene derecho a decidir, entonces ahí hay un problema. Yo creo que el FA tiene que encontrar una manera saludable de que convivan los partidos con este otro mundo. Si la orgánica no es capaz de procesar todo el volumen de discusiones que vienen, tiene que ser el movimiento del Frente Amplio el que lo haga. El dirigente, el cuadro político y la señora que vota en la asamblea del FA tienen razón, el problema es que hoy hay poder desequilibrado. Tienen demasiado poder las orgánicas de Santiago, la cúpula, y muy poco poder la base.

-¿Esta base tiene expresión en este proceso de discusión de segunda vuelta?
-Lo que se hizo es que cada comunal conversa, pero no emiten un voto de manera vinculante. El hecho de que el militante del FA tiene un voto en su orgánica y que el frenteamplista no militante no tiene su voto, es un problema que genera una disparidad.

-Entrando al rol que ustedes van a tener en el Congreso, a pesar de que la derecha tiene la mayoría, hay matices y fragmentación dependiendo de ciertos temas, lo mismo pasa en la Nueva Mayoría. ¿Cómo vislumbras el trabajo de bancada del FA, como una posición única entre los 20 diputados o también habrá matices?
-Este es el Congreso más variopinto en cien años, hay que mirar muy atrás para observar este nivel de dispersión parlamentaria. También hay que mirar muy atrás para ver tres coaliciones. Nosotros tenemos dos desafíos, uno es que la bancada cuaje, yo en eso voy a poner toda mi energía, para ser un puente con Vlado, con los humanistas, ecologistas, con Gael Yeomans (de Izquierda Libertaria), y también que cada orgánica logre encontrar su veta, sus temas, y eso es más complejo que la mera unidad de votación de la bancada, que no nos superpongamos en el mensaje, porque hay tantos nichos en la sociedad chilena que hay que lograr hablarles a todos.

-Cómo ven esta primera prueba, de lograr sacar iniciativas en el Congreso, o al menos morir con las botas puestas, porque estos focos pueden ser los pilares de un próximo gobierno frenteamplista.
-En el tema estrictamente legislativo la tenemos difícil, aún con la Nueva Mayoría no tenemos el poder para cambiar leyes de cuórum calificado. Pero la batalla más difícil es cultural, que no empecemos a vestirnos con trajes de 500 lucas en el Congreso, que no nos cambie el semblante, que no nos confundamos con el régimen. Que militantes de nuestros partidos no se vuelvan presidentes de empresas, lo que pasó en la Concertación. Al mundo que votó por nosotros le importa mucho más que no nos confundamos con la fronda a que ganemos batallas chiquititas legislativas, que son importantes y claves, pero la cuestión no se juega ahí.

-¿Eso es tema al interior del Frente Amplio, cuidarse de no caer en el denominado maridaje entre el dinero y la política?
-Es clave hablar de crecimiento, tener un diálogo con el empresariado, los dos partidos más importantes son el Sofofa y CPC, y los dos dirigentes políticos más importantes serán Bernardo Larraín y Alfredo Moreno, y hay que conocerlos. A mí me interesa mucho la agenda de Alejandra Mustakis, para hablarles a los emprendedores, porque a nosotros no nos cargan los emprendedores. Dicho eso, yo no estoy de acuerdo, bajo ninguna circunstancia, con que un militante de partido del FA pueda ser director de empresas reguladas por el Estado, no porque sea pecado, sino porque el maridaje entre las empresas y el sector público llegó a un punto en que es común ver en el currículum el ser ministro y luego director de empresa, eso yo no lo voy a tolerar (…) y hasta aquí Guillier no se ha pronunciado respecto a este asunto, porque sabe que la Concertación y en la NM hay muchos de este tipo.

-Quizás no han sido efectivos a la hora de aclarar que no basta con cumplir con una lista de requisitos programáticos para lograr un apoyo a la Nueva Mayoría, porque actualmente se plantea que la NM está cediendo en varios puntos y en el FA se peca de un infantilismo político…
-El programa de Frente Amplio no es solo el texto, tú lees el programa pero debes entender la cuestión cultural que está detrás, y eso no hemos sabido colocarlo en la opinión pública: que hay un cambio cultural que queremos lograr, es el fin del régimen. Que se acabe la puerta giratoria, los lobbistas en medios de comunicación, los parientes en la política. Kast tiene toda la diferencia del mundo con nosotros, pero tiene razón en que el Estado está lleno de parientes. Son cuestiones culturales que yo creo que en estas semanas no hemos sido capaces de colocarlas en la palestra pública.

EL DIPUTADO DÍSCOLO

-Eres un diputado especial dentro de la bancada, provienes de un sector en el que el mundo rural es mayoritario, el marginado de las grandes urbes, ¿cuáles serán los principales ejes de tu periodo parlamentario?
-Con Florcita Motuda somos los dos diputados de zonas rurales. En mi distrito hay distintos problemas, uno de ellos es el de la basura, todos los caminos entre carreteras están tapados de basura, ¿tú entiendes como le caga la vida a una persona vivir con dos toneladas de basura en su puerta? Tenemos la mayor cantidad de vertederos ilegales en la RM, y hay que sumarle los legales, como el de Lonquén, que es el más grande de Chile, es una ciudad de basura. La basura, lo que te muestra, es la desigualdad urbana. Se comen un yogur en Vitacura y lo van a botar a Lonquén o a Popeta, eso te habla de la falta de políticas públicas en cuanto a la basura. Mi primera prioridad es limpiar, voy a usar mis recursos parlamentarios y presionar al gobierno local para limpiar (…). Estoy dispuesto a legislar para hacer una nueva ley que regule con duras penas la problemática de la basura, el problema de la basura hay que frenarlo con látigo. Porque la elite desecha y desecha y no tiene idea hacia dónde va a parar su basura, ¿por qué la gente de mi distrito vale menos que la de Vitacura?

-¿Hay conciencia en el FA de este tipo de problemáticas? Porque se habla mucho de los derechos sociales, ¿pero de estos conflictos que están aún más en la marginalidad?
-A nivel de dirigentes, el tema rural, el tema periférico, es terciario. Pero hay diputados electos que comprendimos que nuestra cultura política, europea, sofisticada, intelectual, no entiende que el problema rural es muy básico, que hay mucha basura, no pasan las micros, que no hay agua, hay un desfase, el discurso santiaguino le habla al Estado de bienestar y el periférico rural le habla al Estado colonial decimonónico. En la campaña sufrimos mucho esto, porque los comunales frenteamplistas rurales se sintieron pasados a llevar por mucho tiempo, que sus problemáticas no eran temas, que Beatriz no iba a sus comunas, que los dirigentes importantes no visitaban sus hogares, siempre en segundo plano.

-Se dice que eres el diputado díscolo del Frente Amplio y de Revolución Democrática, que puedes llegar a ser un problema o una molestia, principalmente por tu discurso más duro y tu pasado liberal. 
-Volviendo a la cuestión cultural, yo creo que una de las virtudes que tenemos que tener como Frente Amplio es decir la verdad, la gente en Chile está cansada de la retórica política de embolinar la perdiz. Yo creo que en RD y el Frente Amplio debemos decir la verdad, decirles corruptos a los corruptos, lobbistas a los lobbistas, la cagamos cuando la cagamos, ser natural en ese sentido. En el partido, yo tengo una historia política, vengo del Partido Liberal y eso no puedo borrarlo, ciertamente empatizo con temas liberales, que son más multiculturales, europeos, como la libertad de expresión, la ley de medios, legalización de la marihuana, que son libertades públicas, que no son temas de la izquierda clásica. Pero, si miras el detalle de la bancada RD, Pablo Vidal es evangélico, Natalia Castillo viene del PC, Miguel Crispi viene del PS, de Aleuy y Escalona, cada uno porta con su historia.

«Mi posición –dice– es que RD y el FA deben abrirse al discurso liberal. Que la gente quiere fumarse un pito más allá de su uso medicinal; de abortar; de tener sexo con quien yo quiera; de que la televisión sea pública y de calidad (…). No le podemos regalar a Evópoli el liberalismo. ¿Cómo va a ser Felipe Kast el vocero de la libertad? Eso no es posible». (El Mostrador)

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