Se esperaba que la reñida elección que confirmó a Davor Harasic como decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile en 2015 y hasta 2019, bajara la tensión que dejó el período de Roberto Nahum.
Este año, sin embargo, termina con los estudiantes en estado de alerta luego de bajar una toma que duró un mes, y los profesores cuestionando el liderazgo y la conducción de Harasic.
Las críticas parten por el “conflicto de interés” que perciben en el hecho de que el decano siga su trabajo en la esfera privada, por ejemplo asesorando a la minera Anglo American, entre otras labores. Además critican la idea de aumentar en 200 cupos las vacantes y el cierre de algunos programas como el de Derecho de Familia, Infancia y Adolescencia y el de Relaciones Internacionales, este último en una aparente represalia contra un grupo de académicos que se ha mostrado crítico a la actual conducción.
– ¿Que opina de la gestión del decano Harasic que ha generado una tensión creciente?
-Voté por él, en segunda vuelta, porque se comprometió con los principios básicos que sostuvo mi candidata de la primera vuelta: transparencia, probidad, diversidad y restablecimiento de la amistad cívica. Se trataba de dar gobernabilidad a una Facultad que había pasado por problemas gravísimos. Representa la confianza defraudada. La crisis que se quiso solucionar con su elección, hoy se ha profundizado.
– ¿Está de acuerdo con lo que reclaman los estudiantes respecto de una impronta » empresarial» que el decano estaría imponiendo en la facultad?
-Yo no tengo nada contra una buena gestión empresarial, siempre que esté al servicio de objetivos académicos y humanistas. Este no es el caso. Las medidas que se han denunciado como empresariales están orientadas a que los departamentos financien sus actividades con estudios de abogados o empresas cuyos objetivos no coinciden con los de una universidad pública, a acortar y empobrecer la carrera desplazando materias a los posgrados, a desestructurar gravemente el sistema de remuneraciones, a reemplazar la hora pedagógica por la maratón pedagógica, a desvincular a académicos y colaboradores eficientes, a despreocuparse del bienestar de los estudiantes y funcionarios. Además está lo que yo llamo la opción del jefe inseguro. Esa que induce a trabajar sólo con incondicionales y maltratar a quienes tienen opinión crítica.
-¿Una gestión empresarial mala, entonces?
En la empresa moderna se cuida el capital humano, se valoran sus iniciativas, se dialoga con los jefes de área y de sección, los cambios se planifican y socializan. En aras de la eficiencia, se busca la disciplina participativa y no la imposición autoritaria. Se vela por el equilibrio presupuestario evitando generar déficit. Así se evita, por ejemplo, la necesidad de subir aranceles más allá de las alzas históricas. Por lo demás, en ninguna empresa moderna se aumentaría sustantivamente la dotación de trabajadores, como un hecho consumado. Antes se adecuan las instalaciones, los servicios y se explican los nuevos métodos, horarios y objetivos a los trabajadores incumbentes.
– ¿Como explica el cierre del Programa de relaciones internacionales ?
-Porque era demasiado bueno para durar. Imagínese: un programa con una publicación de difusión masiva, que se producía y ejecutaba sin jamás una censura, con colaboradores de lujo y ad honorem, con estudiantes que aprendían las habilidades del periodismo de investigación… Sé que en la Facultad muchos piensan en un acto de represalia indirecta, por mi calidad de cónyuge de la ex vicedecana Gómez de la Torre, con quien el decano no quiso coexistir. A ese respecto yo no voy a opinar.
– ¿Pero no le parece extraño que ahora lo elimine cuando hasta hace poco el propio decano lo haya elogiado?
-Por supuesto. No deja de asombrarme su capacidad para pasar del elogio por escrito a la decisión de supresión, en cuestión de semanas. Y sin la menor advertencia previa. Me pregunto si desarrolló un recelo intempestivo ante un programa especialmente exitoso, que se concibió durante el pasado decanato, según un modelo que garantizaba la libertad de creación y la ecuanimidad política. Quizás quería encargarle a algún operador incondicional que lo supervisara o asumiera. Precisamente junto con el cierre de mi programa, también cerró el exitoso programa de derecho de familia, creado en su propio decanato, pero dirigido por el profesor Cristián Lepín, muy cercano a la ex vicedecana.
– Pero así visto es una represalia por el rol político de su esposa en la universidad
-Nunca he comentado ni interferido en el rol universitario político de mi esposa, pero debo informar que este decano salió elegido con los votos que ella pudo traspasarle en la segunda vuelta. Recuerdo que, a ese efecto, además de asumir los principios ya indicados, él se comprometió a trabajar a tiempo completo para la Facultad. Pero usted ya lo ha escuchado decir que ese compromiso ya no corre, pues ahora tiene un equipo que le permite seguir litigando ante los tribunales.
– ¿Cuál cree que pueda ser una vía de solución? ¿La salida del decano?
-Le voy a responder con una paráfrasis: desgraciada la Universidad donde hay que luchar por las cosas evidentes. (El Mostrador)