Dos días antes de la segunda vuelta presidencial, el 15 de diciembre, el PPD cumplirá 30 años desde su fundación, en 1987, cuando nació para cobijar a los opositores al general (R) Augusto Pinochet.
La colectividad, sin embargo, no tiene preparado un festejo para ese día. Los ánimos, dicen en el partido, no están para celebraciones.
Los resultados de las elecciones del 19 de noviembre aún golpean con fuerza al PPD, en especial porque las expectativas eran altas: el senador Ricardo Lagos Weber -ya casi ungido como el líder de una eventual oposición a Sebastián Piñera- alcanzó en la V Región sólo un 11,2% de los votos y no pudo arrastrar al diputado Marco Antonio Núñez, que competía por un cupo en la Cámara Alta; la misma frustración se repitió en el Distrito 9, donde la diputada Cristina Girardi obtuvo sólo un 4,8% de los votos y no logró el doblaje necesario para dar al presidente del partido, Gonzalo Navarrete, un escaño en la Cámara Baja. El efecto es aún más grave en el Distrito 10, zona donde el PPD pasó de tener dos diputados a no tener ninguna representación.
La visión es unánime en el partido -que se trata de una de las peores crisis de la colectividad-, aunque hay explicaciones distintas para la baja a la mitad de la bancada PPD, de 14 a ocho diputados, y la brutal disminución de respaldo en la Región Metropolitana, bastión del líder más influyente del partido, el senador Guido Girardi.
En elecciones anteriores, el parlamentario -pese a haber estado vinculado a casos polémicos, como “Publicam” o cartas- no había visto debilitado su poder territorial. En esta oportunidad, Girardi debió resentir la baja evidente de votos y en el PPD su propia reelección senatorial, el 2021, está en duda.
“Guido entendió rápido que tiene un problema con la reelección. También entendió que tiene un problema el partido, porque el diseño, del que él fue parte, reveló que no tuvimos candidatos en lugares emblemáticos, porque no hubo pega. No tener candidatos en Maipú, en La Florida, es que no hubo pega”, señaló a Reportajes el timonel PPD, Gonzalo Navarrete.
La tarde del 19 de noviembre -cuando comenzaba a sentirse la debacle partidaria que golpeó de manera transversal a todos los sectores-, Girardi llegó pasadas las 18.30 horas a la sede del partido. Allí tuvo una reunión privada con Navarrete, donde abordaron el escenario de la colectividad. Quienes vieron al senador en esa jornada afirmaron que se notaba afectado como pocas veces en los últimos años.
Navarrete no está lejos de ese estado. Una semana después de las elecciones -hasta hoy-, el timonel se tomó vacaciones y partió rumbo a Iquique, según ha dicho, para reponerse del desgaste de su fallida campaña a diputado, una decisión que ha generado molestia en la dirigencia del partido.
“De los liderazgos tradicionales, como Lagos Weber, Girardi o Harboe, ninguno ganó. Lagos Weber bajó su elección a la mitad, Harboe no logró sacar a ninguno de sus diputados y Guido logró dos diputados en la Región Metropolitana. Este es un problema del partido que tenemos que sacar adelante entre todos”, señala el ex alcalde de Lo Prado, y apunta a que en buena parte “los senadores tienen que tener un rol más territorial, porque, de hecho, lo han perdido sustantivamente”.
AJUSTE DE CUENTAS
El escenario electoral del PPD trajo consigo una serie de decisiones internas, aunque aún no se logra un diagnóstico único para la crisis.
La misma noche de la elección -a puertas cerradas- se sucedieron varias reuniones hasta la madrugada, en las que miembros de la directiva PPD, como su secretario general, Germán Pino, pusieron su cargo a disposición. El resto de la mesa también señaló que darían un paso al costado. Sin embargo, primó la decisión de no ahondar la crisis en pleno enfrentamiento de segunda vuelta entre Sebastián Piñera y Alejandro Guillier.
El jueves 23 el partido convocó a su comisión política. El mismo Navarrete afirmó que “a nadie le quedaran dudas” respecto de que si era necesario renunciar la mesa tomaría dicha decisión. “Quedó lo suficientemente claro que tenemos la disponibilidad de renunciar. El tema es si para la profundidad del problema resuelve el punto, porque este tema es estructural”, afirmó Navarrete.
La primera conclusión política de las elecciones fue que el Frente Amplio se había llevado una tajada importante de los votos del PPD y que este bloque fue, en estos comicios, lo que la colectividad había sido en los años 90 y las décadas del 2000.
El nuevo conglomerado -concluyó la elite PPD- representa la imagen de una “izquierda fresca y distinta”, versus un partido que sus propios militantes reconocen como una “marca dañada”.
En este último tiempo el PPD ha tenido figuras vinculadas a investigaciones de abuso sexual, como el caso del ex embajador en Francia Patricio Hales, quien debió renunciar al partido, o de financiamiento ilegal de la política asociados al caso SQM, como su ex timonel Carolina Tohá o el ex ministro del Interior Rodrigo Peñailillo -miembro de la llamada G-90-, quien fue removido de su cargo. A todo ello hay que sumar la seguidilla de escándalos que han golpeado al propio Girardi, a quien sus propios correligionarios suelen denominar como el “controlador” del PPD. La marca del partido -coinciden varios líderes internos- ya está dañada.
Cuenta de que ese desgaste -que se comenzó a arrastrar en las municipales de 2016 con la emblemática derrota de Tohá y luego con el tortuoso proceso de refichaje- ya manifiesta sus primeras evidencias de heridas más profundas es que el golpe electoral afectó con fuerza a todos los sectores de la colectividad. Una situación que gatilló una suerte de tregua entre Harboe, Girardi y Lagos Weber, al menos hasta el desenlace presidencial de mediados de diciembre.
REENCUENTRO CON LAGOS
El golpe -en todo caso- llegó justo en momentos en que la colectividad se había reencontrado con su fundador -el ex Presidente Ricardo Lagos-, quien había mantenido distancia de los líderes partidarios.
En enero, el partido proclamó como candidato presidencial al ex jefe de Estado Ricardo Lagos Escobar: fue la única colectividad que respaldó las renovadas aspiraciones presidenciales del ex mandatario. El PS -la otra tienda con vínculos con Lagos- le dio la espalda.
No son pocos en el PPD los que señalan que ese apoyo disoció aún más a la colectividad de potenciales simpatizantes que terminaron inclinándose por votar por candidatos del Frente Amplio.
Por estos días, el debate en el partido está no sólo en la continuidad del conglomerado -pese a que varios sostienen que la agonía podría permanecer por años en una sostenida baja de representación-, sino en elegir de manera correcta el domicilio político en un escenario electoral en renovación: una izquierda radicalizada, una izquierda moderada o una socialdemocracia.
Otro de los fundadores del PPD, el ex ministro Sergio Bitar, afirmó que “hay que repensar el perfil del partido y una alternativa podría ser elevar los niveles de coordinación con el PS y la otra buscar mayores entendimientos con las fuerzas nuevas asociadas al Frente Amplio”.
El renovado entendimiento con Lagos ha hecho surgir en sectores del partido la nostalgia por la fusión del Partido Socialista y el PPD, una idea que se ha arrastrado por años, surgida de la Federación Socialdemócrata, otrora añoranza del propio ex presidente, y que -sin embargo- a la sombra del éxito electoral de la colectividad ha sido resistida -por ejemplo- por Girardi.
Hoy -no obstante-, quienes han mantenido vívida esa posibilidad de una federación de partidos ven en la debilidad del principal personero PPD un espacio para insistir en la idea.
El momento de la catarsis ya tiene fecha para la colectividad: el 12 de enero está convocado un consejo nacional. Uno de los puntos clave de ese encuentro será la exposición de un estudio -encargado por la directiva- en el que se da cuenta de que desde su fundación, hace tres décadas, el PPD ha mantenido -más o menos- los mismos liderazgos. (La Tercera)