“Lo raro fue lo que ocurrió en la primera vuelta. Todo lo demás, la elección parlamentaria, la elección de Cores y lo que ocurrió en la segunda vuelta presidencial, fue totalmente compatible al diagnóstico que venían mostrando nuestras encuestas”. De esta forma el director del Centro de Estudios Públicos, Harald Beyer, sale a defender los números de los sondeos del CEP que daban como claro ganador a Sebastián Piñera, hasta que las cifras de la elección de noviembre sorprendieron a todos los analistas.
En esta entrevista, Beyer, que el próximo viernes dejará el CEP para asumir en marzo de 2018 como rector la Universidad Adolfo Ibáñez, analiza el contundente triunfo de Sebastián Piñera, y lo que según él, fue el “errado diagnóstico del oficialismo” que al final lo hizo perder la elección.
– ¿Qué conclusión saca a 24 horas de la segunda vuelta?
– Que a la luz de los resultados, las encuestas no estaban tan mal como todo el mundo pensaba. Lo que yo creo que pasó fue que el resultado de primera vuelta fue inesperado. Pero más que eso, ese resultado se interpretó como ideológico. Y yo creo que fue bastante menos ideológico, como quedó demostrado en la segunda vuelta. Y finalmente primó la tendencia más clara, la que mostraban las encuestas.
Si uno observa todo lo que venían mostrando las encuestas, el resultado del domingo era perfectamente esperable. Y además, todo este análisis que se hizo de que un aumento de la votación beneficiaba a Guillier, estaba basado en lo que había sucedido en la primera vuelta, y no en lo que decían las encuestas. Los sondeos de opinión pública habían demostrado que era más probable que un aumento de la votación favoreciera más a Piñera que a Guillier.
Personalmente, yo siempre pensé que nuestra encuesta (la del CEP) estaba bien hecha, aunque me sorprendió que en primera vuelta hayamos estado tan lejos de la votación de Beatriz Sánchez y de Sebastián Piñera. Pero eso no invalidaba las grandes tendencias que reflejaba la encuesta y que de alguna forma ocultó la primera vuelta.
– ¿Por qué se ocultaron en la primera vuelta esas grandes tendencias de las encuestas?
– Porque en el caso de Beatriz Sánchez, ella terminó siendo una candidata menos amenazante, pero a la vez más bien crítica del gobierno, un rostro nuevo (la gente quiere renovación) que capturó votos poco ideológicos, que eran más bien contrarios a la agenda del oficialismo, pero que no necesariamente abrazaban la ideología del Frente Amplio.
– Bajo ese análisis, ¿se pudo dar que personas que votaron por Beatriz Sánchez lo hicieran el domingo por Piñera?
– Creo que sí, ya que es la única forma de que cuadren los resultados que vimos. Al final la encuesta CEP lo que mostraba era una gran crítica al gobierno y eso terminó manifestándose en la segunda vuelta. El gobierno, por el contrario, interpretó la votación de Beatriz Sánchez y la de la centro izquierda, como una validación de su agenda, y el domingo quedó muy claro que no fue así. En el voto de Sánchez había mucho de castigo al gobierno, pero que no era ideológico. Lo mismo se podría pensar del electorado de Marco Enríquez-Ominami.
Nuestras encuestas mostraban que había un cuestionamiento al gobierno y al mismo tiempo, que ese cuestionamiento era capturado en una proporción importante por Sebastián Piñera. El dato raro fue que el candidato de Chile Vamos no lo haya capturado completamente en primera vuelta.
-En la última encuesta CEP, en la pregunta sobre una eventual segunda vuelta entre Piñera y Guillier, arrojó que un 39,4% decía que iba a votar por el candidato de Chile Vamos, frente a un 27,2% por el abanderado de la Nueva Mayoría (33,4% dijo que no votaría). Al dejar fuera los que no votarían y restando el margen de error, el porcentaje daba 56% para Piñera y 44% para Guillier. Bastante parecido a lo que realmente ocurrió el domingo.
– Así es. Demuestra que los números que había en ese momento, no eran incompatibles con lo que realmente ocurrió finalmente el fin de semana. Y te insisto, lo raro fue lo que ocurrió en la primera vuelta. Todo lo demás, la elección parlamentaria, la elección de Cores y lo que ocurrió en la segunda vuelta, fue totalmente compatible al diagnóstico que venían mostrando las encuestas. La votación de la derecha de consejeros regionales y la de diputados, fue muy parecida a la votación presidencial. En cambio, el Frente Amplio tuvo una menor votación en Cores (11%), también menor en diputados (16%), que los 20 puntos de su candidata presidencial.
Probablemente el voto realmente ideológico de Beatriz Sánchez era de un 60% del total. Y el resto, era un voto mucho más flexible, más voluble y eso se notó en la segunda vuelta. Considerando que no tenemos idea cómo fueron los flujos, fue evidente que hubo una proporción del Frente Amplio que no fue a votar, o que votó por Piñera.
En la elección del domingo hubo un castigo al oficialismo, que no lo interpretó como tal. Porque dijo que el 55% de la primera vuelta había votado por la centro izquierda. Y ahí estuvo el error, eso es pensar en clave ideológica y creer que detrás del voto de Sánchez y de ME-O hubo mucho ideologismo. Lo que yo creo es que esta segunda vuelta demostró que para ese votante, perfectamente Piñera también era una opción.
“Lo primero que tiene que hacer Piñera es acoger la diversidad”
– Ahora pensando en el nuevo gobierno de Piñera, ¿cuál debería ser su relato al entrar a La Moneda el 11 de marzo?
– En la campaña curiosamente se pareció mucho al relato del primer gobierno de Michelle Bachelet. Me refiero a la red de protección social, que protege a los ciudadanos de los eventos inesperados, de cierto modo catastróficos, pero que no necesita que les cambien el modelo. Esta idea de las reformas profundas, lo de la retroexcavadora, es lo que a la población no le hizo sentido. Eso fue lo que se reveló en el resultado electoral. La población quiere que se aborden las fragilidades, como en salud y educación, pero al mismo tiempo están satisfechos por el desarrollo del proceso económico y no existe ninguna incompatibilidad entre ambas cosas. Cuando tú has alcanzado un nivel de vida y sientes que eso es propio de tu esfuerzo, no quieres cambiarlo. Lo que sí quieres es que te protejan de esos eventos inesperados de salud o de educación, que de alguna manera te podrían hacer volver a la pobreza. Es ahí donde está el desafío de Piñera, más que en estas discusiones institucionales en que el gobierno de Bachelet se ha obsesionado y que la gente no siente que le cambia la vida.
– Y con este relato de la protección social, ¿cómo se imagina el futuro gabinete de Piñera?
– Lo primero que tiene que hacer Piñera es acoger la diversidad que hay en la coalición política y va a tener que aceptar mayores diferencias al interior del gabinete. Hay que pensar que Piñera nunca había obtenido esta votación, y los votos adicionales que obtuvo fueron de gente que habitualmente no votaba por él y que ahora estuvo dispuesta a hacerlo. Sólo eso, desde el punto de vista de sostener su votación, lo obliga a tener un mensaje que acoja la diversidad no solamente valórica, sino que también temática. Hay gente que vota por la derecha y que le preocupa el medio ambiente y ese tema tiene que estar en la agenda de Piñera, que yo creo que hasta ahora ha sido muy poco amplia. Esta mayor votación lo obliga a ampliar la mirada de los temas que tiene que abordar. Y creo que eso lo tiene que reflejar en el gabinete. Y un ejemplo debe ser, avanzar en un gobierno paritario.
– ¿Deberá ampliarse a otras corrientes políticas como Ciudadanos o la DC?
-No creo que sea fundamental. Más bien tiene que ser un gabinete con mayor habilidad política, que va a requerir de mucha negociación con la nueva oposición.
El Líbero/Emol