Aunque el balón no se pondrá en juego, el partido entre Israel y Argentina seguirá jugándose. Y quizás por largo tiempo. Las autoridades judías se manifestaron indignadas con la resolución de los transandinos de suspender el partido amistoso que iba a disputarse el sábado 9, en Jerusalén.
Las críticas surgieron a nivel gubernamental. Antes, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, llamó al presidente de Argentina, Mauricio Macri, para que interviniese en la decisión aunque sin éxito.
El presidente de Israel, Reuven Rivlin, dijo el miércoles que era una mañana triste para los aficionados israelíes al deporte, incluyendo sus propios nietos. “Pero aquí hay unos valores que son más grandes incluso que Messi. La politización de la decisión argentina me preocupa mucho”, declaró la autoridad, según reporta la agencia AP.
A su turno, el ministro de Defensa, Avigdor Lieberman criticó al a dirigencia transandina. “Es desafortunado que los caballeros del fútbol de Argentina no resistieran a presión de los incitadores al odio contra Israel, aquellos cuyo único objetivo es dañar nuestro derecho básico a la autodefensa y provocar la destrucción de Israel”, dijo. “No nos rendiremos ante un grupo de partidarios de terroristas antisemitas”, agregó.
A nivel interno, también se generó controversia. Miembros de la oposición israelí, acusaron a la ministra de Deportes de politizar el evento deportivo al insistir en trasladarlo desde Haifa a la disputada ciudad de Jerusalén, además de tratar de arreglar un politizado encuentro con Lionel Messi. El líder de la oposición, Yitzhak Herzog, dijo que la cancelación fue un “espectacular gol en propia meta” de Miri Regev. “Recibimos un golpe en la cara. Esto no es solo deporte”, tuiteó. (La Tercera)
