Había entregado ya mi columna para hoy cuando me entero del vuelco insólito de los hechos en La Araucanía. Cualquier otro tema, este lunes, se hizo banal. Solo quiero compartir con ustedes mi estupor.¿Cómo es posible que en medio de una sucesión de acusaciones delictuales en Carabineros, y también en el Ejército, ahora sabemos que mintieron ocultando información sobre la muerte de Camilo Catrillanca, borraron imágenes de la escena, indujeron a su General Director a afirmar que no había grabaciones y sólo se enteró de ellas después, dejaron al intendente de la región en un incómodo papel, obligaron al subsecretario del Interior que había defendido a Carabineros a afirmar que todo apuntaba a que se trataba de un homicidio y provocaron las más duras declaraciones del ministro del Interior, quien enfrenta una citación al Parlamento para mañana martes, sobre estos hechos?
¿Cómo es posible que cuando gobierno y oposición, iglesias, organizaciones mapuches y de agricultores, dan pasos para comenzar a entenderse y buscar caminos para normalizar la vida de La Araucanía, la acción de Carabineros no está impregnada de igual propósito y por su cuenta, efectivos de sus filas realizan una acción que a todas luces, junto con matar a Catrillanca, atentó contra los esfuerzos de la comunidad humana de La Araucanía por construir un clima distinto a aquel de violencia que han padecido todos?
Quiero agregar más. Todas aquellas instituciones del Estado que tienen monopolio autorizado para el uso de la fuerza, dependen en su legitimidad ante la nación de que ella tenga credibilidad de que será usada para defender las causas que las leyes y sus juramentos le ordenan. Pues bien, en momentos donde otros escándalos han puesto en cuestión la credibilidad de Carabineros ante la opinión pública, estos hechos, en uno de los asuntos más críticos de violencia que vive el país, deja a la institución en el peor de los escenarios. Los culpables de estos hechos no solo provocaron la muerte de Catrillanca, torpedearon los esfuerzos de diálogo y entendimiento en La Araucanía, sino también han atentado gravemente contra la credibilidad ciudadana en Carabineros.
El gobierno también ha sido dejado en un mal pie. Defendió el accionar de Carabineros a partir de la información que los mandos de la institución le entregaron y éstos, a su vez, fueron desinformados por sus subordinados.
El gobierno tiene una doble tarea difícil por delante, ambas entrelazadas. Sanear a fondo la situación de Carabineros, como autoridad de la cual esa institución depende. Mostrar ante la ciudadanía que tiene la decisión y la capacidad para enfrentar la degradación evidente que muestra esa institución y también, que las condolencias del ministro Alfredo Moreno al padre del mapuche muerto, reflejan una fosa entre la voluntad de los responsables de esa muerte y la voluntad del gobierno. (La Tercera)
Oscar Guillermo Garretón