El bien común en jaque-Jaime Jankelevich

El bien común en jaque-Jaime Jankelevich

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La pequeñez de muchos de los opositores al gobierno, que no piensan en el bien común, sino que solo están disponibles para obstruir las iniciativas que provengan del oficialismo, pone en jaque el futuro del país. Chile tiene hoy un potencial de crecimiento de tan solo 3%. En gran parte esto se debe a que tenemos legislación y regulaciones acordes con la realidad del siglo XX, por lo que se necesitan urgentemente reformas que nos permitan dar el gran salto al desarrollo, lo que se vio postergado en los cuatro años del gobierno anterior.

La actitud de la oposición se pudo comprobar en el verano, cuando fuimos testigos de la pataleta del Frente Amplio porque la DC y el PR apoyaron iniciativas del Gobierno. O sea, colaborar para que una buena ley sea aprobada no está permitido. Pero al intervenir el PC, que desea para sí la presidencia de la Comisión de Hacienda de la Cámara, el FA accedió a respetar el acuerdo, después de lo cual la DC se declaró duramente como partido opositor, permitiéndose incluso chantajear al gobierno de no colaborar en la legislatura en caso de no pedirle la renuncia al Dr. Luis Castillo, subsecretario de Redes Asistenciales.

En un informe del FMI dado a conocer el viernes recién pasado, este organismo sostiene que si Chile hiciera ciertas reformas que eliminaran en cinco años la brecha estructural con respecto al desempeño del percentil 25 de la OCDE, nuestro PIB se incrementaría hasta en un 6%. O sea, el doble de nuestro crecimiento potencial actual, que, de seguir como estamos, nos dejaría sumidos en la letanía de la mediocridad.

Pero de esto parece no haber conciencia en el campo opositor. Y la reforma tributaria es un ejemplo de esto. A mediados de este mes se votará la idea de legislar sobre esta materia. Existe la posibilidad que la oposición vote en contra de hacerlo, por lo que el gobierno quedaría impedido de insistir con un nuevo proyecto durante un año. Si esto ocurriese, el país se vería tensionado políticamente a niveles que ya habíamos dejado atrás, con el consiguiente deterioro de la convivencia a todo nivel. Lamentablemente, es posible que así ocurra.

Y si durante este año no se logran aprobar las necesarias reformas que el mundo nos está exigiendo para poder seguir siendo competitivos, olvidémonos de que en años de elecciones algo así pueda ocurrir. En jaque está entonces el bien común. Si la oposición decide atrincherarse en sus mayorías parlamentarias para no permitirle al Ejecutivo sacar adelante sus reformas, corremos el grave riesgo de seguir en el estancamiento heredado del gobierno de la Nueva Mayoría, lo cual implica que Chile sumaría ocho años perdidos. Sí, ocho años perdidos, porque crecer un promedio de 1.9% durante Bachelet II y negar la posibilidad de llegar a crecer hasta un 6% en este período, por mero obstruccionismo, sería una pérdida irreparable para el país.

Hoy, cuando el mundo avanza a velocidades cada día mayores, cuando la tecnología lo invade todo, cuando se requiere a gritos una verdadera revolución en la enseñanza, en la flexibilidad laboral, en la tributación, en la tramitación de nuevos proyectos, y en un largo etcétera, seguimos empantanados en la pequeñez, en sacar espurios dividendos políticos de la cosa chica, como el tema del Subsecretario Ubilla y su hectárea en la Araucanía, como la delirante declaración de la ex subsecretaria de educación de Bachelet diciendo que Piñera transformó  a Chile en Chilezuela.

Por todo lo anterior, el llamado urgente es a que impere el bien común. A evitar a toda costa tensionar políticamente al país, con actitudes obstruccionistas que en nada contribuyen a nuestro desarrollo. Chile no resiste ocho años perdidos, pues eso sería jaque mate. (El Líbero)

Jaime Jankelevich

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