Cientos de mensajes de textos y llamadas perdidas tenía en su celular el canciller Roberto Ampuero el martes 30 de abril cuando, a eso de las 8:45 horas, encendió su teléfono móvil apenas aterrizó en Santiago el avión presidencial de regreso de la gira por Asia.
Los mensajes daban cuenta de la compleja situación que se vivía desde la madrugada en Venezuela, luego de que el presidente delegado, Juan Guaidó, lanzara la Operación Libertad, con un llamado a los militares venezolanos a alzarse contra el régimen de Nicolás Maduro.
La Cancillería chilena había recibido las primeras alertas poco antes de las 4 de la madrugada de ese día. Según fuentes de la cartera, habría sido el encargado de negocios de Chile en Venezuela, Roberto Araos, el primero en dar aviso de que “se estaba preparando algo grande”, luego de que un abogado cercano al líder opositor Leopoldo López se contactara con la delegación chilena para preparar la “eventual” llegada de la familia de López a la residencia chilena. A eso se sumaban los mensajes de WhatsApp que recibía Freddy Guevara, coordinador nacional y tercer hombre del opositor partido Voluntad Popular, quien está refugiado en la residencia del embajador de Chile en Caracas desde el 2017.
Antes de las 8 horas de ese día, cuando Ampuero llegó a la Cancillería para monitorear la crisis, el director general de Política Exterior, embajador Patricio Torres, ya había elaborado un informe, el mismo con el que el canciller cruzaría a La Moneda para dar cuenta al Presidente Piñera y coordinar acciones.
La preocupación en ese momento, señalan fuentes de Cancillería, era la confusión existente respecto del número de efectivos militares que se habían rebelado y, por ende, sobre el nivel que alcanzaría la revuelta.
A eso de las 11 horas, aseguran las fuentes, la preocupación era otra. Para entonces, era claro que el alzamiento había fracasado.
Durante toda la mañana Ampuero mantuvo conversaciones telefónicas con los cancilleres del Grupo de Lima. También conversó con el canciller de España, Josep Borrell, y altos personeros de la diplomacia de Gran Bretaña y Alemania.
A las 15 horas, cuando era claro que los militares no habían respondido al llamado de Guaidó y tampoco se habían masificado en las calles las movilizaciones en contra de Maduro, Ampuero inició una teléfono-conferencia -debido a que no todos los cancilleres pudieron conectarse a una videoconferencia- con los representantes del Grupo de Lima.
Para entonces, aunque la decisión de Chile y el resto del Grupo de Lima era ratificar el respaldo a Guaidó, muchos pedían explicaciones de lo que estaba sucediendo al representante venezolano Julio Borges.
La Tercera/Agencias