Escribo esta carta con el único propósito de que la opinión pública cuente con nuestra versión y pueda formarse su propio juicio. Ni mis hermanos ni yo tenemos un rol en la política, aunque es evidente que nos afectan sus tensiones y confrontaciones, tal como le ocurre a la mayor parte de las familias de personas con alta exposición pública.
Se ha criticado que acompañáramos a nuestros padres en la reciente visita presidencial a China. Si bien todos los últimos presidentes de la República han sido acompañados por sus hijos en visitas al exterior, efectivamente el país y la sociedad han cambiado y los estándares son distintos. No supimos dimensionarlo, pido disculpas por ello.
A partir de ese viaje han surgido también otras críticas. Ellas buscan dar la impresión de que yo habría intentado obtener alguna ventaja por ser hijo del Presidente. Debo decir que ello es absolutamente falso y mal intencionado, imagino que motivado por fines políticos.
El país sabe que junto a mis hermanos adoptamos medidas mucho más exigentes que las que establece la ley para los parientes de autoridades respecto de la administración de sus activos. Informamos de ello en su oportunidad a la opinión pública y nadie de buena fe puede desconocerlo.
Respecto del start-up Hopin, el año 2012, cuando tenía 26 años, dos amigos me invitaron a participar en este proyecto. Estoy muy orgulloso de haber formado parte de sus inicios. Se trató de una iniciativa destinada a promover la innovación y el acceso a nuevas tecnologías, que fue destacada tanto en Chile como en el extranjero, sirviendo a cientos de miles de usuarios. En 2015 me fui a Boston a estudiar en el MIT, desvinculándome totalmente de la gestión de la empresa. Todos los contratos con entidades privadas y públicas, nacionales y extranjeras, fueron mérito del trabajo de los socios gestores y yo no intervine de manera alguna en ellos. Los contratos con entidades estatales fueron suscritos durante el gobierno de la Presidenta Bachelet, siguiendo todos los protocolos legales correspondientes.
A mi regreso a Chile, y considerando que existían contratos con entidades estatales, decidí retirarme de la empresa. Lo hice antes de que se suscribiera contrato alguno con la actual administración, renunciando a mi 7% de participación para evitar cualquier conflicto de interés.
En todo este proceso, desde que me fui a estudiar a Boston hasta que me retiré de la sociedad, no tuve relación con la gestión de la empresa ni obtuve remuneración, dividendo o ganancia alguna.
Me ha parecido importante explicar a la opinión pública estos hechos, que han sido tergiversados con una evidente mala intención.
Quiero terminar esta carta diciendo que me siento muy orgulloso de mi familia y especialmente de mis padres. Si ellos buscaran su propio beneficio, no estarían en el servicio público. Los veo cada día trabajando intensamente para construir un país mejor para todos, que es lo que los chilenos democráticamente les encomendaron. (El Mercurio Cartas)
Cristóbal Piñera Morel