“El mundo no está en camino de alcanzar el objetivo de eliminar el sida como una amenaza para la salud pública para el 2030”, fueron las palabras de la directora regional de la OPS al inaugurar la X Conferencia Científica de VIH efectuada recientemente en México. “Es hora de repensar nuestra respuesta para asegurarnos de alcanzar nuestros objetivos en VIH”, sostuvo.
A nivel mundial, las nuevas infecciones y muertes relacionadas con el VIH han disminuido y continúan bajando, pero a ritmo lento. En 2018, según las estimaciones de Onusida, 37,9 millones de personas vivían con el VIH en el mundo; de estas, 23,3 millones (62%) tenían acceso al tratamiento. Además se registraron 1,7 millones de nuevas infecciones, y 770 mil personas murieron de enfermedades relacionadas al VIH.
Las nuevas infecciones de VIH aumentaron en Europa del Este y Asia Central (+29%), Oriente Medio y África del Norte (+10%), y en América Latina (+7%).
En América Latina, precisamente, el país con más y nuevas infecciones es Chile, con un aumento de un 34% desde 2010, estimándose en alrededor de 77 mil las personas viviendo con VIH en el país. También se ha producido un aumento exponencial de diagnóstico de nuevos casos de VIH, mayoritariamente en hombres que tienen sexo no protegido con hombres, jóvenes de todas las regiones, aunque más marcadamente de algunas regiones del norte y Metropolitana. Junto con ello, la mortalidad por VIH no ha disminuido como se esperaba y como se comprometió en la Estrategia Nacional de Salud a 2020. Estamos lejos de la meta fijada de 1,2 por 100.000 habitantes para 2020. Actualmente es 2,9, luego de haber aumentado a 3,1 el año 2016. En el país aún fallecen alrededor de 500 personas con VIH por año.
En varios países y ciudades se ha logrado el 90-90-90 comprometido con Onusida para el año 2020 (90% de quienes viven con VIH están diagnosticados, 90% de ellos recibe tratamiento, y de estos, 90% está con supresión viral). Suecia lo logró el año 2016, y ahora se suman Tailandia, Malaui, Rakai (Uganda), Sídney, Londres y San Francisco. También Botsuana ha tenido grandes avances. Estos logros son importantes, porque no solo indican que se pueden alcanzar las metas, sino porque podemos conocer y aprender qué fue lo que hicieron estos países, tan diferentes entre sí, para conseguirlas.
¿Y qué han hecho? Principalmente han desarrollado una estrategia de prevención combinada junto con un acceso a la terapia de todas las personas viviendo con VIH: campañas directas y frecuentes que promueven el testeo del VIH, especialmente entre los grupos más vulnerables; acceso gratuito al tratamiento lo más pronto posible al momento del diagnóstico —ello implica una vinculación temprana a los servicios de salud—; acceso expedito y gratuito a condones masculinos y femeninos; implementación de la profilaxis previa a la exposición (PrEP) a través de programas bien diseñados, promoviendo estos esfuerzos con un enfoque basado en los derechos humanos, y apoyo social junto con programas para combatir el estigma y la discriminación. Y, muy importante, asegurar una educación integral en sexualidad y promoción de la salud sexual y reproductiva en niños, adolescentes y jóvenes.
Es fundamental contar con una política de Estado que, además del enfoque en control y tratamiento, establezca y se haga cargo de un Plan Nacional continuo y con un enfoque de derechos, que contemple una estrategia de prevención combinada, tal como lo están haciendo países que han tenido avances importantes. Además de contar con un liderazgo claro desde la salud pública, trabajando en forma coordinada con otros sectores y actores de la comunidad, como lo tuvo la Comisión Nacional del Sida, derogada en 2010.
Al mismo tiempo, urge investigar acerca de las variables conductuales que se asocian a prácticas sexuales inseguras, como el consumo de alcohol y drogas, y más recientemente la introducción del “chemsex”, una práctica tremendamente riesgosa de adquirir VIH y otras infecciones de transmisión sexual.
Sería importante proyectar el ahorro que se produciría no solo en vidas saludables, sino que en gastos en tratamientos y controles por toda la vida si se logra una prevención efectiva. (El Mercurio)
Cecilia Sepúlveda