Plebiscito: La mirada miope- Felipe Kast

Plebiscito: La mirada miope- Felipe Kast

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En la columna anterior expliqué las garantías que nos entrega el proceso constitucional, permitiendo a la ciudadanía rechazar o aprobar antes (plebiscito de entrada), durante (quorum de 2/3) y después (plebiscito de salida). Lo cierto es que enfrentamos un proceso constitucional que entrega garantía a los distintos sectores. No es casualidad que la UDI lo suscribiera y que el PC optara por marginarse.

Frente a estos argumentos, el senador Allamand me plantea una serie de cuestionamientos. Primero, “¿Se ha preguntado el senador Kast qué ocurriría con sus ‘garantías’ si la derecha no obtiene un tercio en la Convención?”. La formulación de esta pregunta no solo trasluce un derrotismo electoral y desconfianza en la fuerza de nuestras ideas, sino también cierto temor a la democracia. Desde el retorno a la democracia, la centroderecha nunca ha sacado menos de 1/3 en elecciones de diputados. Nuestra base electoral muestra que somos capaces de ganar con votos a quienes quieren triunfar con piedras.

Segundo, me plantea: “¿Acaso los que votamos Rechazo no somos demócratas?”. Resulta extraña la pregunta, pues creo justo lo contrario y mi anterior misiva no plantea nada parecido. El Rechazo y el Apruebo son opciones completamente legítimas y democráticas.

Quienes están por el Rechazo piensan que es muy difícil, sino imposible, que el proceso constituyente pueda desarrollarse en forma exitosa. Quienes estamos por el Apruebo, en cambio, creemos que las garantías del proceso son robustas, y que de cara al futuro es importante sanar una herida que sigue abierta producto de nuestra historia, lo que nos permite profundizar el exitoso camino que hemos recorrido en los últimos 30 años. Esto es especialmente relevante para las nuevas generaciones. España vivió un proceso similar, bajo un contexto aún más duro que el nuestro. Se puede.

En suma, ambas posturas deben ser respetadas, y por lo mismo, no comparto la visión de Genaro Arriagada cuando plantea que el triunfo del Rechazo nos llevaría a un “callejón sin salida”. Independientemente del resultado, es la ciudadanía la que define democráticamente lo que debemos hacer en materia constitucional.

Algunas de las virtudes de Chile Vamos son la diversidad de opiniones frente al plebiscito y la unidad total frente al contenido de la Constitución. Por lo mismo, lo que no sería democrático, y un error electoral de proporciones, es crear una “guerra santa” para demonizar y tratar de “traidores” a quienes piensan distinto.

Para defender su estrategia, que busca situar a la centroderecha homogéneamente en torno al Rechazo, el senador Allamand utiliza el ejemplo del plebiscito de 1988: “¿Cuál fue el resultado posplebiscito de 1988 en la siguiente elección parlamentaria? La derecha bajó de 44% a 34%… ¡Diez puntos!”. Es curioso el argumento, porque probablemente la causalidad de los hechos sea justo al revés. Quizás el atrincheramiento de la derecha en torno al Sí, la falta de diversidad en el sector y el uso de campañas del terror estuvieron entre las principales causas de las derrotas futuras.

A fines de los ochenta, muchos tuvieron temor al plebiscito del 88 y pensaron genuinamente que el riesgo de que ganara el No era gigante. Muchos de ellos, si volvieran atrás, probablemente cambiarían su voto.

En resumen, en el improbable caso de que el coronavirus permita realizar el plebiscito en abril, los riesgos de la propuesta del senador Allamand son evidentes. ¿Queremos que el resultado del 26 marque el piso de Chile Vamos o el techo de la centroderecha? Para él, la opción Rechazo es la única alternativa que permite demostrar “cuántos somos”. El problema de esta estrategia, además de las razones anteriores, es que le impone un techo a nuestro sector para el futuro. Estoy convencido de que el camino correcto, tanto por convicción democrática como por estrategia electoral, es que el resultado del Rechazo sea el piso y no el techo de nuestra coalición.

Hoy, más que nunca, debemos cuidar la unidad del sector. Tenemos una responsabilidad gigante como coalición. Si nos compramos la tesis de la “guerra santa” vamos a impedir que todo aquello que nos une pueda operar luego a partir del 27 de abril, y es mucho más lo que nos une que lo que nos divide, independientemente del resultado de ese día. (El Mercurio)

Felipe Kast

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