Han pasado casi cinco meses desde que se rompió la convivencia social y política de nuestro país, situación que se ha caracterizado por una inédita violencia que ha alterado la vida cotidiana de la población. Hoy día, a esto se agrega la amenaza real de una epidemia de coronavirus, que compromete por igual a todos los ciudadanos de nuestro país, sea cual sea su posición ideológica.
Bajo esta perspectiva, si la violencia con su estela de descontrol y la epidemia se superponen, la situación será insostenible.
Desde el punto de vista de mujeres que hemos trabajado toda nuestra vida en el ámbito de la salud, hemos sido testigos de cuán fuertemente afectan a las mujeres fenómenos sociales como el quiebre de la convivencia, así como las enfermedades que comprometen a un miembro de su núcleo familiar, rompiendo los delicados equilibrios que cotidianamente deben establecer para que sus hogares funcionen, especialmente cuando un 50% de ellos tiene como jefe a una mujer. Sin embargo, violencia y virus son dos ingredientes que afectan transversalmente a nuestra sociedad; como la contención del virus es hasta ahora imposible, es indispensable controlar aquello en lo que sí podemos tener injerencia: la erradicación de la violencia, venga de donde venga.
Se agrega un argumento más al llamado de las autoridades, de la población y de voceros de distintas tendencias políticas. Ambos fenómenos, conviviendo y potenciándose en nuestra sociedad, conformarán un escenario que nos afectará a todos sin distinción.
Sin pretender dificultar aún más la frágil convivencia que hoy tenemos en nuestro país, hacemos un llamado a despertar el espíritu de solidaridad que nos caracteriza y terminar con la violencia para combatir el coronavirus que es, realmente, nuestro único enemigo. (El Mercurio Cartas)
Dra. Colomba Norero
Dra. Valeria Prado
Dra. María Eugenia Pinto
Miembros de número
Academia de Medicina del Instituto de Chile