Durante estos días, el Ministerio de Educación presentó la planificación para el año 2021, en la cual se destaca que la presencialidad será la regla para el próximo año, atendiendo a las graves consecuencias que el cierre de escuelas tiene en el desarrollo de los niños. Además, dentro del plan se destaca la seguridad, el bienestar socioemocional, la flexibilidad, la recuperación de aprendizajes y la priorización curricular.
La decisión es clave y debe necesariamente responder a una política de Estado, lo cual implica la convicción de la relevancia de la presencialidad para el bienestar de los niños y, por tanto, la colaboración de las distintas autoridades locales y nacionales para hacerlo posible. El mensaje no puede ser equívoco: el cierre de escuelas y jardines debe ser la última alternativa.
Ayuda a lo anterior la evidencia reciente que da cuenta que el cierre y reapertura de escuelas no ha tenido un efecto significativo en la propagación del virus, argumento que se suma a diversos estudios epidemiológicos que observan que los niños no solo tienen menos posibilidad de contagio, sino que también son poco transmisores de la enfermedad.
En esta ardua tarea que se viene para el 2021, se vuelve fundamental dar seguridad y confianza. Tanto los profesionales de la educación como las familias deben tener seguridad respecto de las medidas que se toman, que los protocolos son adecuados y que su cumplimiento es efectivo para resguardar la salud. Si queremos colegios abiertos el 2021 debemos generar apoyos concretos desde el área de la salud, de forma de entregar la información y ayuda a los directivos para el diseño de las medidas, capacitar a los docentes y apoderados, resolver las dudas de la comunidad educativa, etc. Este es un trabajo que se debe hacer uno a uno siendo capaces de empatizar con los temores legítimos que manifiesten las escuelas. Si no logramos construir esta seguridad y confianza será muy difícil que se sigan los protocolos y que los colegios puedan permanecer abiertos a pesar de los vaivenes de la pandemia.
Los establecimientos también requieren tener seguridad respecto de los recursos con los que contarán el próximo año. Para esto es urgente que el Congreso apruebe el proyecto de ley que busca dar solución al cálculo de la subvención de los colegios, de manera que la inasistencia provocada por la pandemia no signifique una merma en sus ingresos. Así como también el Mineduc tiene un desafío en hacer un uso eficiente de los recursos, sin que la disminución del presupuesto implique una merma de los apoyos necesarios. El 2021 seguirá siendo un año en pandemia. Debemos ser capaces de hacernos cargo de las consecuencias y aprendizajes que ha traído el 2020, tomando las medidas para seguir mejorando las condiciones de la escuela y poniendo el foco en el bienestar de los niños. Para eso, es clave que prioricemos la apertura de las escuelas sin titubeos. (La Tercera)
Magdalena Vergara