Hace dos días Gran Bretaña comenzó la vacunación masiva contra el Covid-19, después que fuera autorizada la vacuna producida por Pfizer y BioNTech. En un tiempo récord que pulverizó los plazos anteriores -menos de un año-, estos dos laboratorios fueron capaces de disponer de las dosis necesarias para iniciar masivamente el proceso. Ha sido un milagro de la ciencia y del capitalismo. Los mejores científicos del mundo compitiendo por llegar primero, azuzados por laboratorios que obtendrán millonarias ganancias con la venta de estas vacunas. Lucro puro y duro que produce a su vez un gran beneficio a millones de seres humanos. Más de 20 vacunas participando en una carrera en que finalmente se estima que alrededor de cuatro de ellas podrían estar distribuyéndose masivamente de aquí a un mes. Hoy mismo una reunión de la FDA en los Estados Unidos podría autorizar la vacuna en ese país, luego de lo cual nuestro Instituto de Salud Pública no debiera tardar más de una semana en autorizarla para su uso en Chile.
Según informa Bloomberg, Chile es el único país latinoamericano que tendría garantizado el acceso a las vacunas para todos sus habitantes, al haber suscrito contratos con diversos laboratorios que le garantizan dosis suficientes para un 139% de la población. Cabe aplaudir la gestión del gobierno del Presidente Piñera, que al igual que cuando se trató de asegurar la disponibilidad de ventiladores mecánicos que podían salvar la vida de chilenos en la población en riesgo, actuó oportunamente, anticipándose a la situación, exhibiendo además coordinación y capacidad de gestión para montar la logística necesaria para tan delicados y complejos procesos.
Habrá por supuesto quienes en lugar de reconocer esto pondrán el énfasis en los problemas. Habrá periodistas persiguiendo a quienes no han tenido acceso aún a la vacuna, ya que por supuesto estos procesos no son instantáneos. Lo cierto es que nuestro país comenzará a vacunar masivamente a la población el primer trimestre del 2021, cosa que pocos países pueden hacer.
Pero las buenas noticias para los chilenos en esta materia se ven empañadas por los anuncios del gobierno de aumentar las restricciones a la movilidad de gran parte e la población, los que residen en la Región Metropolitana, a contar del día de hoy. Al pasar a la llamada Fase Dos, verán reducidos sus desplazamientos hasta el extremo de no poder abandonar sus hogares durante el fin de semana.
Si bien el gobierno justifica esta medida en un aumento de los casos, que sería del 18% en el caso de la Región Metropolitana, la población no ha recibido bien esta medida por varias razones. Primero porque parece arbitraria, ya que no se había adelantado el criterio que podía gatillar una medida tan extrema. También porque no se han respetado los plazos de anticipación de la medida que eran habituales. Por otra parte, porque otros indicadores, positividad de los tests realizados, no han mostrado un aumento. La información es contradictoria: antes se ha dicho que la mayor parte de los contagios se producen al interior de los hogares. La población no entiende los criterios que se usan y deberá sufrir estas restricciones en una época de altas temperaturas y en vísperas de la Navidad.
Por último, porque la anunciada recuperación de la actividad ha sido menor a la esperada. Tanto el IMACEC de octubre como el IPC de noviembre sugieren que la reactivación es menor a lo esperado, y que se verá en muchos casos brutalmente interrumpida por esta medida, que obliga nuevamente a alterar los planes, a modificar contratos firmados recientemente sobre la base de la información disponible hasta la semana pasada. La caída del empleo por la pandemia ha sido significativa, del orden del 15%, mientras el PIB ha caído en torno al 6%.
Son tantas las contraindicaciones de la medida adoptada, que uno no puede dejar de pensar que el gobierno actúa con temor frente a la crítica que espera recibir si es que aumentan los contagios. Esto ha ocurrido en todas partes del mundo y es cierto que algunos países han reaccionado con restricciones frente a los rebrotes, pero debe considerarse que esos países están entrando al invierno y no al verano y que los números absolutos de contagios que están mostrando son más altos que en la primera ola.
Es de esperar que el gobierno recapacite y no siga aumentando las restricciones a la libertad de las personas. Las críticas a su gestión por parte de la oposición, como ya hemos visto, son independientes de los resultados de sus medidas, criticarán siempre, porque desde el comienzo de la pandemia no han actuado con sentido de país sino con mezquinos propósitos políticos. No comprender los propósitos de los adversarios le ha costado muy caro a este gobierno. (El Líbero)
Luis Larraín