La revuelta en Cuba

La revuelta en Cuba

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Las manifestaciones que suceden en Cuba tienen sin duda su origen principalmente en los problemas propios de ese país y su mal gobierno, como también en la actitud de Estados Unidos de bloquear su economía. Pero no es posible aislarlo de lo que ha estado ocurriendo en todo el mundo.

La inmensa repercusión del grito de George Floyd, “No logro respirar”, recorrió la humanidad entera, porque representó mucho más allá de la grave opresión racial que condenamos. Es el susurro que se escucha a millones de seres humanos afectados por el covid-19 y que claman por aire para vivir. Es el grito del MeToo que exige al patriarcado les dejen respirar de tanta violencia y discriminación. Es el grito de la tercera edad, que necesita respirar una vejez digna. Es el grito de pueblos originarios y de la madre tierra por recuperar los equilibrios perdidos en la vorágine de la codicia. Es el grito en Chile, en Colombia, en Nicaragua, en Venezuela, en el Medio Oriente, en África, en Hong Kong, en Bielorrusia, en Francia, y tantos lugares en protestas, donde pueblos cansados de los abusos piden a gritos que les dejen inspirar una nueva vida.

Es el grito del pueblo cubano que clama por aire fresco y no quiere seguir siendo usado como un objeto de disputa entre una burocracia privilegiada y un poder imperial prepotente, que han asfixiado por más de 60 años a varias generaciones.

“Déjennos respirar” es una potente voz mundial, ante todo de los más jóvenes, que trasciende a las demandas de raza, de género, de condición social y de naciones, y que tan solo clama porque entre aire fresco, para que los seres humanos podamos habitar nuestras vidas libres de la opresión y en el espacio compartido de un mínimo civilizatorio, condición esencial para aspirar a ser felices. El pueblo de Chile se hermana hoy con el pueblo cubano en sus legítimas aspiraciones comunes de bienestar y libertad. (El Mercurio Cartas)

José Sanfuentes

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