Una reciente encuesta de la UDD muestra como ganadores del reciente debate televisivo a Gabriel Boric y José Antonio Kast. El caso del diputado de Magallanes es claro, llegó primero en las encuestas al encuentro televisivo y mantuvo la calma en todo tiempo, sin correr riesgo. Sus estrategas dedujeron sabiamente que el debate no era un concurso de inteligencia o de frases agudas, sino un ejercicio estratégico y, en esa línea, había que mantener la ventaja. El caso de José Antonio Kast es, sin duda, llamativo. ¿En qué momento un outsider por la derecha se convierte en una real amenaza a un candidato moderado, victorioso en una primaria masiva?
José Antonio Kast decidió convertirse en el candidato de todo el sector. Su discurso es una mezcla entre liberalismo económico a ultranza, con valores morales tradicionales. Plantea sin ambages que votó Rechazo y sigue en contra de cualquier cambio a la Constitución. Ha sido crítico del gobierno en su actuar post estallido, por considerarlo muy blando. No resulta ser una persona de un pensamiento distinto al que tenía la UDI en toda la historia previa al gobierno de Piñera. Posee además un ingenio a prueba de todo, incluso de los insultos que recibe y un estilo directo, que se ve bien en televisión. No participó en las primarias de ChileVamos, pese a que fue parte de su acuerdo de integración para las listas constituyentes, donde logró instalar que toda esa lista correspondía al Rechazo, pese a reclamos de liberales que compartían pacto. Su purismo ideológico pareciera ser minoritario en una sociedad más moderada y que privilegia los acuerdos, por lo que en el papel no debiera ser riesgo alguno para el ticket a segunda vuelta del oficialismo. Pero las encuestas y declaraciones de personeros de la UDI parecieran decir lo contrario. En las conversaciones de la derecha empresarial su discurso cada vez gusta más, en contraste con esa especie de centrismo de baja intensidad que transmite el ex ministro del gobierno de Piñera.
También pareciera ganar en cada yerro que comete el comando de Sichel. Este intentó ordenar a la derecha para no votar a favor del cuarto retiro, pero su jefa de campaña retiró fondos de la AFP mientras era funcionaria del gobierno que se oponía a dicha medida. Su biografía sobre su pasado profesional parece ser distinta a lo que declara y en una entrevista se mostró ofendido que lo confundieran con el Presidente de la República, pese a que le debe a éste haberse convertido en ministro y candidato. En una derecha donde cada vez más cunde la idea que la falta de principios llevó al caos, estas posturas pueden ser venenosas para los votantes duros.
Por otro lado, la UDI tiene como amenaza en serio las candidaturas parlamentarias del Partido Republicano. En varios bastiones electorales, incluyendo el preciado distrito 11 y senatorial de la Región Metropolitana tienen candidaturas poderosas que pueden amagarle la presencia parlamentaria al partido que hasta ahora había sido el defensor de lo establecido. Los electores de derecha querrán representantes de verdad de su sector y para ellos la lógica más moderada de Sichel no ayuda mucho. El riesgo entonces que los propios candidatos se descuelguen de su candidatura y miren con ojos más amables a José Antonio Kast explica la declaración del senador Alvarado de distancia con el candidato oficialista. (La Tercera)
Carlos Correa