Cuando ayer al anochecer salía la primera estrella, se inició el Día del Perdón, el Iom Kippur, festividad sagrada del pueblo judío. Un día de introspección y de juicio, en que se busca siempre una nueva oportunidad.
De allí que resulte significativo no solo reflexionar sobre nuestras propias conductas del año que termina en el calendario judío, o de los desafíos futuros, sino también abarcar en la reflexión los rumbos del país y cómo recuperar las coordenadas correctas para trazar nuestra hoja de ruta futura.
Hemos constatado con el reciente proceso constituyente cómo el camino del enfrentamiento nos aleja de nuestro destino común. Sin embargo, ese fracasado fervor refundacional aún no es aceptado por quienes fueron derrotados. Por el contrario, en su óptica apelan al error u ignorancia de los chilenos, frente a la supuesta virtud que ellos encarnarían. Similar actitud altanera desnudó el incidente diplomático ocasionado por la negativa del Presidente de la República a recibir las cartas credenciales del embajador de Israel, poniendo en riesgo las relaciones entre ambos países, y agraviando de paso a los chilenos de origen judío, unidos con Israel por un milenario vínculo ancestral. Afortunadamente al menos en este episodio, tras las correspondientes disculpas del gobierno, el Presidente Boric corrigió su actuación.
Por ello, hoy más que nunca conviene recordar la historia de Francisco Maldonado da Silva, desconocido ejemplo del aporte del pueblo judío a nuestro país. Primer médico titulado que ejerció en Chile y primer libre pensador conocido y reconocido en estas tierras. Un hombre que buscó en Chile refugió contra la opresión y persecución, pero fue víctima de la Inquisición en 1637.
El escritor Marcos Aguinis en su libro “La Gesta del Marrano” recrea con rigor histórico su vida, y da cuenta de un diálogo entre éste y una mujer prisionera en los calabozos del Callao, en el Virreinato del Perú.
– La mujer le pregunta por su crimen, y él responde “ninguno”.
– Ella ríe y dice “todos niegan haber cometido un crimen”, a lo cual Maldonado da Silva replica, “yo no niego la causa de mi arresto, solo afirmó que no es un crimen”.
– La mujer perpleja le consulta si acaso incurrió en homicidio u otro delito y Maldonado da Silva con calma le responde “Nada de eso, soy judío. Sí, judío como mi padre y como mi abuelo”.
Así, ante la ceguera y el fanatismo, debemos impulsar un país donde ser distinto sea enriquecedor, y no una dificultad. Donde las diferencias permitan un diálogo profundo para encontrar aquello que nos une, en lugar de resaltar lo que nos separa o divide. El recogimiento del Día del Perdón busca instalar un nuevo comienzo, sin rencor, por lo que pese a todas las complejidades, podemos nuevamente afirmar que estamos orgullosos de pertenecer al pueblo judío y poder contribuir a hacer de Chile, nuestro país, uno más fraterno y solidario. (La Tercera)
Gabriel Zaliasnik