La guerra entre Israel y Hamas declarada después del ataque del sábado 7 de octubre en que un grupo de militantes armados de la organización palestina irrumpió en espacios legítimos y reconocidos del territorio israelí asesinando a cerca de 1.400 personas y raptando a más de 200, entre los cuales niños, niñas, ancianas y extranjeros, ha dejado al desnudo la cultura política de lo que en Estados Unidos se llama “la izquierda woke”, en Europa “la izquierditud”, y en Chile “la nueva izquierda”, esto es, los militantes que buscan comprender y excusar a los victimarios, cargando la culpa o la responsabilidad por sus actos criminales en las víctimas.
En el fondo, los militantes de Hamas, así como ayer los de Al Qaeda, para esta nueva izquierda identitaria o “anticolonial”, son víctimas, oprimidos llevados al límite de la desesperación.
El origen del mal que provocan con sus actuaciones hay que ir a buscarlo a Europa o Estados Unidos, siempre al frente, nunca en sus propias concepciones políticas, religiosas o filosóficas. Esta mentalidad lleva incluso a los movimientos feministas de Occidente a ignorar la opresión medieval que sufren las mujeres en el Oriente Medio, desentendiéndose de sus luchas y solidarizando con quienes las oprimen, atacando sin ruborizarse al único país de la región en que las mujeres gozan de libertad e igualdad de derechos. El antisemitismo del que hace gala este sector lo lleva a sumarse acríticamente a cuanta campaña se desarrolla contra la existencia del Estado de Israel y a validar actos criminales explicándolos y justificándolos moralmente.
Es triste constatar este deterioro y extravío de una izquierda que alguna vez fue humanista y racional; que tuvo en su seno a intelectuales y políticos judíos como Carlos Marx, León Trotsky, Eduard Bernstein, Grigori Zimoniev, Leon Blum, Herbert Marcuse, Rosa Luxemburgo, Isaac Deutscher y tantos otros que sería demasiado largo de enumerar.
El antisemitismo hoy se disfraza de antisionismo, pero es el mismo viejo prejuicio y odio al judío que ha conducido por siglos a la persecución, el pogromo y el exterminio de un pueblo al que hoy se le imputa y no se le perdona el poder defenderse, no contra el pueblo palestino, sino contra el terrorismo. (El Mercurio-Cartas)
Ricardo Brodsky