La compleja realidad que enfrente el comercio de las calles Esmeralda, Condell y Bellavista se advierte no sólo por el número de locales que se mantienen con sus cortinas cerradas, sino también por el desánimo que a diario afecta a gran parte del aquellos locatarios que por años han mantenido sus emprendimientos en estas céntricas arterias de Valparaíso, pero que ven cómo de forma progresiva bajan sus ventas ante una esquiva clientela que prefiere optar por otras alternativas ante la inseguridad y el desorden urbano que presenta el plan de la ciudad, según sus propios testimonios.
Siguiendo el mismo camino adoptado recientemente por importantes empresas del Puerto, son esta vez tradicionales pymes las que también han decidido concretar un cambio, buscando salvar su inversión en un momento en que todavía les es posible a sus propietarios hacer una nueva apuesta comercial.
Este es el caso de «Claudia», local especializado en lanas, entre otros productos, que en diciembre hubiese 64 años en la calle Bellavista; sin embargo, a fin de mes dejará su tradicional ubicación para reabrir en Viña del Mar, puntualmente, en la Galería Florida.
«O CERRAMOS O TE VAS»
«No sé qué va a pasar aquí, esto está perdido. Si pasas entre Salvador Donoso y Brasil es una feria. (…) No es atractivo para las personas venir, porque apenas puedes pasar por el comercio ambulante», preciso Aurora Gárate, quien junto a su hijo, Christian Navarro, ambos dueños de «Claudia», decidieron dejar Valparaíso prácticamente de un día para otro, tras décadas de permanencia en Bellavista.
«Mi hijo por varios meses me dijo: ‘Mamá, la cosa está mala, decídete, o cerramos o te vas’. Y encontró justo esta oportunidad hará un mes atrás, y me dice: ‘Mamá, encontré un local en Viña y lo voy a arrendar; así que nos vamos a fines de noviembre’. Todo esto con mucha pena», relató la comerciante.
Para Aurora Gárate, el escenario al cual se ve enfrentada se debe «más que nada a la inseguridad, la gente no baja (al plan) porque le da miedo. (…) Mis clientas, las más antiguas, me dicen: ‘¿Sabes? Me da miedo salir, bajo una vez a la semana al plan y me da tanta pena que dan ganas de llorar'».
«Algunas vienen de Viña y me dicen: ‘No sé cómo pueden aguantar tanta inmundicia, el ambiente'», agregó.
Con un comercio ambulante que copa ambas veredas de la calle Bellavista, «nadie nos ve, porque está lleno de toldos, aunque también debo decir que jamás ha tenido un problema con ellos, pero es mucho», expresó con desazón, a días de dejar su local, cuyas vitrinas hoy anuncian el remate de sus existencias.
ROBO DE PIEZAS HISTÓRICAS
En la calle Esmeralda, el local Foto Café, ex Fotografía Muencke, sigue luchando para no cerrar, según comentó el administrador del local, Cristián González, pese a las bajas ventas y, ahora, a una seguidilla de robos de piezas ornamentales históricas de su fachada que han sufrido los últimos días.
Se trata de elementos de bronce que adornan las vitrinas de este inmueble que en su inicio, a finales del siglo XIX, albergó al emblemático Hotel Colón. Son piezas únicas y cuya sustracción comenzó el 14 de noviembre.
Ayer, en la madrugada, se concretó el robo de uno de los seis pilares decorativos de bronce que están dispuestos en el frontis, lo que fue denunciado a Carabineros.
Por ahora, precisó González, no tienen más alternativa que tratar de asegurar como puedan las piezas a su base. No obstante ello, es categórico: «Esto es irrecuperable. Es un daño tanto para el local como un daño patrimonial, este edificio es parte del patrimonio de Valparaíso, parte del casco histórico de la ciudad».
Frente a lo ocurrido, lamentó que en la Ciudad Puerto no exista conciencia por la protección del patrimonio, añadiendo en materia de seguridad que «es deber de las autoridades preocuparse más de Valparaíso. Hay muy poca acción; mucho ruido, pero pocas nueces».
LOCALES CERRADOS
El presidente de la agrupación Comercio Unido de Valparaíso, Héctor Arancibia, junto con lamentar la partida de tradicionales locales a Viña del Mar y los hechos delictivos que golpean a emprendedores, pidió nuevamente mayores acciones frente a la inseguridad que vive la ciudad, situación que, a su juicio, está arruinando lo poco que dejó el estallido social y la posterior pandemia.
Sólo entre las calles Condell y Esmeralda contabiliza 65 locales desocupados o quemados producto del estallido social. «Y mientras no haya autoridades que no se pongan los pantalones, estos va a seguir igual o peor», concluyó. (Emol)