Colaboré en la redacción de la Constitución de 1980 y en la de las leyes orgánicas constitucionales necesarias para su aplicación; formé parte del Tribunal Constitucional y llegué a presidirlo; la enseñé durante 40 años de docencia universitaria, y escribí un libro —“En defensa de la Constitución”— para que no fuera sustituida. Nadie podrá negar mi adhesión a ella.
Pero la Constitución de 1980 ha comenzado a ser desarmada. En disposiciones transitorias que permitieron el retiro de los fondos previsionales, el sistema de seguridad social ha dejado de existir para millones de personas, y reiteradas sentencias de la Tercera Sala de la Corte Suprema tienen al borde del precipicio a las isapres y sus afiliados. Y lo que es más grave, se ha alterado el procedimiento para reformarla y ha quedado convertida en una Constitución flexible que una mayoría parlamentaria débil puede alterar a su gusto. No es una casualidad que los sectores políticos que con más fuerza la atacaron, hoy se inclinen por mantenerla. En sus manos, si llegan a ser mayoría en el Congreso Nacional, podrán cambiarla fácilmente.
El proyecto aprobado por el Consejo Constitucional es un texto que enlaza con la mejor tradición chilena, que mantiene en su normativa materias importantes de la Constitución vigente, y que entre las novedades que presenta incluye varias que darán más protección a la población al facilitar la acción de las autoridades para hacerles frente.
Se conserva el carácter unitario del Estado, la existencia de los tres poderes clásicos: el Presidente de la República que gobierna, el Congreso Nacional con dos Cámaras y el Poder Judicial independiente. También se mantuvo la existencia de órganos constitucionales autónomos, como son la Contraloría General de la República, la Justicia Electoral, el Banco Central, el Ministerio Público y el Tribunal Constitucional.
Materias relevantes de la actual Constitución subsisten en el proyecto sometido a la aprobación ciudadana. Menciono algunas relativas al reconocimiento y protección de los derechos humanos. Tal ocurre con el derecho de propiedad, cuyo fortalecimiento en la Constitución vigente fue una de sus notas características, con el derecho a desarrollar actividades económicas y con el recurso de protección, al que el proyecto fija límites para impedir que los tribunales aprueben políticas públicas en sus sentencias.
El proyecto del Consejo Constitucional reconoce y regula el Estado social y democrático de derecho, el que tiene en la satisfacción de los derechos sociales de prestación —salud, educación, seguridad social, vivienda, agua y saneamiento— una de sus manifestaciones más importantes. Y lo hace a través de una normativa clara y equilibrada, en que reconoce lo que siempre ha existido en Chile, como es la participación pública y privada en la ejecución de las acciones que los satisfagan, con sujeción explícita —ahora— al principio de responsabilidad fiscal y a su desarrollo progresivo y no discriminatorio.
Existen en el proyecto disposiciones dignas de resaltar. Tales son la atribución que se otorga al Presidente de la República para disponer que las Fuerzas Armadas se hagan cargo de la protección de la infraestructura crítica del país cuando exista peligro grave o inminente; la creación en el Ministerio Público de una Fiscalía Supraterritorial que dará más eficacia a la persecución del crimen organizado; la existencia de un Servicio Nacional de Acceso a la Justicia y Defensoría de las Víctimas, y el reconocimiento constitucional y protección de los derechos de las personas naturales víctimas de delitos, especialmente en los casos de terrorismo, narcotráfico, corrupción, crimen organizado y trata de personas.
Asimismo, el proyecto reconoce y garantiza de modo más completo la libertad religiosa, admitiendo la objeción de conciencia y la libertad de enseñanza, la que incluye el derecho preferente y el deber de los padres y tutores a educar a sus hijos o pupilos, como también el derecho de crear y desarrollar proyectos e idearios educativos.
Razones todas ellas para votar A favor. (El Mercurio)
Raúl Bertelsen Repetto