2024: ¿Demasiado bueno para ser cierto?-Felipe Jaque

2024: ¿Demasiado bueno para ser cierto?-Felipe Jaque

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En medio del ajetreado fin de año, ad portas de comenzar unas intensas 16 semanas de preparación para las maratones que abren el año en abril (según nuestro coach, hemos estado en semanas de “descanso”), nos enfocamos en cómo se perfila este 2024. Para esa fecha, en que esperamos hacer un digno papel, ya sabremos si la Reserva Federal inició o no su ciclo de recortes de tasas en su reunión de marzo, clave para darle un nuevo aire a los mercados. O si bien, aguó la fiesta tal como lo hizo a mediados de 2023.

El escenario base que hemos consensuado en nuestro equipo es uno de leve desaceleración de la actividad en EE.UU., marcada convergencia de la inflación, y la concreción de recortes de tasas en esa economía, lo que implica bajísimos riesgos de recesión y condiciones financieras globales muy favorables. Esto sería el llamado escenario de goldilocks, que se da pocas veces en la historia, o lo que es lo mismo, suena demasiado bueno para ser cierto.

Si pensamos en los niveles de volatilidad de los mercados en el último tiempo, donde Chile además destaca en algunas categorías, junto con la hipersensibilidad a shocks que nos han dejado los últimos años, se hace indispensable plantearse escenarios alternativos, para ver qué tanto estrés soportan nuestras proyecciones. ¿Qué puede salir mal? Acá un par de ejemplos a los que se asigna una no despreciable probabilidad y que, claro está, se inclinan hacia el lado pesimista.

El primero de ellos, ¿qué pasa si los más cautos de los banqueros centrales tienen razón y la inflación vuelve a ser protagonista? La Reserva Federal no nos daría un “merecido” respiro, la actividad en EE.UU. tendría que sufrir un ajuste mayor, el dólar se fortalecería y el resto de la historia ya la conocemos: precios de materias primas a la baja, tipos de cambio al alza y menor margen de maniobra para nuestros bancos centrales. Esto complicaría buena parte del 2024, con efectos hasta 2025, con una muy probable recesión, brusca caída posterior de la inflación y mercados riesgosos muy golpeados. Una repetición del tormentoso septiembre-octubre para estos últimos, pero mucho más prolongado. Nadie quiere pensar en eso en medio del vibrante término e inicio de año, pero es bueno tenerlo en el radar.

El segundo de los escenarios ha estado en la mesa por demasiado tiempo, pero no por eso hay que descartarlo. ¿Qué pasa si China entra en crisis de su sector inmobiliario? No está de más recordar que nuestra economía está primera en la lista de expuestos a China. Los shocks sobre términos de intercambio, gobernados por el precio del cobre, el salto en las primas por riesgo, la depreciación del tipo de cambio, y varios otros males imaginables complicarían de manera muy severa nuestro 2024. Solo como ejemplo, una caída de 20% en el precio de cobre (unos 75 centavos por libra desde los actuales US$3,8), implicaría cerca de 10% de menores términos de intercambio y entre 1 y 1,5 puntos de menor crecimiento. Desde nuestro escenario base, sería repetir otro año de nula expansión de la economía local. En los últimos años hemos tenido ciertos “ensayos” de este escenario, sin embargo, hasta ahora nunca se ha desarrollado la obra con elenco completo.

Y aunque se diera el escenario más benigno de todos estos, será relevante qué hacemos internamente para aprovecharlo al máximo. Una mirada preliminar de los debates post plebiscito de nueva constitución parece indicar que seguiremos entrampados en una fría discusión de grandes y pequeñas reformas, y leyes necesarias para ir despejando la incertidumbre política y económica. Y esta parálisis afecta mayoritariamente los ya escasos impulsos que vemos a nivel más micro en distintas industrias, lo que nos lleva a proyectar un casi nulo crecimiento de la inversión en 2024 y continúa hipotecando el crecimiento a futuro. Aún con una política monetaria ejecutada espléndidamente bajo un buen escenario externo, hay otros actores locales que deben jugar un rol primordial en entregar señales concretas para despejar el camino.

Como en las maratones, el desafío comienza mucho tiempo antes del día de la carrera y en muchas materias las “16 semanas” comenzaron hace un buen rato. (Ex Ante)

Felipe Jaque