Es bueno aclararlo. Lo que de verdad más molesta a los empresarios no es recibir críticas. En eso están curtidos. Desde los tiempos de las cavernas, con razón o sin ella, los emprendedores han sido objeto de críticas. Cuando Chile crecía al 7% anual, igual los empresarios recibían críticas y no se desalentaban. Lo dañino es otra cosa: la hostilidad a la empresa honesta, creativa, consciente de su rol social; que afecta no solo a empresarios, sino a sus trabajadores, proveedores, clientes y comunidades con las que se relacionan.
Por ejemplo, la agresión que representó la Convención Constitucional, donde el oficialismo llamó a votar Apruebo a un texto destructor de certezas básicas para emprender; los retiros de fondos de pensión, a sabiendas que generaban inflación, encarecimiento de los créditos hipotecarios, deterioro de la capacidad de crédito de largo plazo para invertir y echaba mano al ahorro de los trabajadores mientras juraban querer mejorar las pensiones; la oposición a los tratados de libre comercio, afectando inversiones y empleos; el empleo informal que ronda ya un 30%, alimentado por el estancamiento económico y por quienes obstaculizaron largamente el control de la inmigración irregular o se han opuesto a la ley antiusurpaciones en campamentos impulsados en parte por el crimen organizado; la indefensión del trabajo honesto ante la delincuencia; el retraso interminable de proyectos, por una maraña burocrática de “permisología” que desalienta y posterga inversiones y empleos; el reclamo una y otra vez de más impuestos, mientras se extiende una obesidad paralizante en el sector público, se deterioran las prestaciones sociales en salud y educación que se invocan para exigirlos y se esparce la sensación de una lógica de botín y corrupción, succionadora voraz de recursos públicos; el menosprecio de mucho oficialismo al crecimiento, que hace estériles los intentos de tener un país mejor y más igualitario.
Últimamente en el gobierno ha habido voces buscando aparecer críticos a los empresarios. Una ministra pide con rostro severo que suban los sueldos. Otro ministro los acusa de “prejuiciosos”. Luego, el Presidente escaló la crítica, personalizándola. Lo hizo inaugurando una inversión de miles de millones, acusando desde el estrado a sus dueños de “soberbia paternalista” y haciendo un contraste artificioso de dos hermanos, para peor con una cita desprolija: “más Narbona y menos Craig”. Debió salir Tohá al salvataje; otros ministros se escabulleron.
Tonterías electoreras. Se pueden ignorar. Lo imposible de ignorar son las hostilidades a la vida de toda empresa, que afectan sin duda a empresarios serios, pero tanto o más a sus trabajadores, proveedores, clientes y comunidades, o sea, a Chile entero. Hay intentos de rectificar que se valoran, pero no sé si gozan de coherencia y tiempo. El daño ha sido prolongado. (La Tercera)
Óscar Guillermo Garretón