La última encuesta del Panel Ciudadano UDD ratificó algo que muchos sospechábamos: el apoyo a la candidatura presidencial de Kast entre los inmigrantes avecindados en Chile es superior al de los nacionales. Mientras entre los chilenos Matthei marca 27% y Kast 18%, entre los inmigrantes Matthei mantiene su apoyo, pero Kast incrementa su respaldo a un 30%.
Para explicar este fenómeno hay razones obvias, pero también otras menos evidentes. Muchos se preguntarán ¿cómo es posible que inmigrantes apoyen las posiciones de un candidato como Kast que ha declarado ser abiertamente restrictivo y drástico en materia de inmigración?
En primer lugar, es preciso tener claridad en que la actual población inmigrante en Chile es mayoritariamente venezolana, quienes representan un 33% del total de extranjeros viviendo en territorio nacional. Este grupo conoce el socialismo, no a través de prosas noveladas, historiografía canónica, dramaturgia teatral, curatorías de arte o filmografía de festivales de cine europeo.
Ellos han vivido en carne propia, y en modalidad de tragedia, por ya más de una generación, las nefastas consecuencias de un sistema que promete sacar a gente de la pobreza al mismo tiempo que aniquila toda posibilidad de generar riqueza. Con el añadido de que Maduro incorporó al chavismo una alambicada y nefasta trenza entre corrupción y crimen organizado que le da sostén a un régimen que en la actualidad sólo podría ser definido como una narco dictadura cleptócrata.
Por otra parte, es un grupo que comienza a ver amenazadas sus expectativas de horizonte migratorio depositadas en Chile. Con una economía estancada, que ya no tiene capacidad de seguir ofreciendo las mismas oportunidades que hace un par de años, el costo de vida al alza y un entorno en el que comienza a primar la inseguridad y la criminalidad; muchas veces protagonizada por sus propios compatriotas, no es de extrañar que estos inmigrantes busquen al candidato que esté en las antípodas del socialismo detonante de su inmigración.
Pero también hay otras razones no vinculadas a un fenómeno de mera repulsión ideológica a la izquierda, sino que gatilladas por el mero interés propio. Para un grupo inmigrante que ya ha hecho ingreso al país, el enfoque de fronteras abiertas en materia migratoria es también una amenaza a su propia existencia. Si el flujo de inmigrantes no se controla, llegará el minuto en que serán otros inmigrantes quienes compitan con las primeras oleadas por trabajo, prestaciones sociales, acceso y control del espacio público.
Asimismo, la repulsión de los chilenos hacia una inmigración menos calificada, vulnerable y con modos de ser más disruptivos respecto de nuestra idiosincrasia, hace que el rechazo hacia todos los venezolanos en Chile se incremente sin distinción. Así lo muestra el último estudio del Centro de Estudios Públicos, Ellos y nosotros: El migrante de los chilenos, en el que se evidencia que hoy los chilenos tienen un mayor rechazo a la inmigración venezolana y colombiana respecto de inmigrantes de otros orígenes.
Los propios venezolanos son los más conscientes de aquello. Basta hablar con alguno de los miembros de la denominada “primera oleada” de inmigración, en su mayoría profesionales, y consultarles la opinión respecto de sus compatriotas que han arribado a Chile en la segunda, o la tercera y más reciente oleada inmigratoria. La opinión es a todas luces negativa: un chofer de Uber, venezolano por cierto, me lo describía hace un par de semanas sin anestesia: “son el residuo”, lo que viene llegando ahora, es “escoria”.
Lo interesante es que esta dinámica no es única de Chile, sino que también se observa en otras latitudes como Estados Unidos, donde la población migrante, de manera paulatina, comienza a apoyar cada vez con más intensidad medidas restrictivas de candidatos presidenciales con una retórica antiinmigración irregular, como es el caso de Donald Trump.
De acuerdo con la encuesta de CNBC de fines de 2023, Trump había sobrepasado, por primera vez, a Biden por cinco puntos porcentuales en intención de voto dentro del universo de votantes latinos, que son nada más ni nada menos que 60 millones de electores. De hecho, en la última medición de Morning Consult, un 61% de los inmigrantes en Norteamérica declara respaldar la propuesta de Trump de que todos los extranjeros pasen una prueba ideológica al solicitar una visa, para así asegurarse de que éstos comparten los valores estadounidenses.
Inmigrar es duro; muchas veces implica no mirar hacia atrás, por mucho que detrás de ti haya compatriotas o se comience a erigir un muro sobre una frontera que tú ya lograste atravesar. Quizás algo de eso haya detrás de este incomprendido amor de los inmigrantes por Kast. (Ex Ante)
Jorge Ramírez