La tercera es la vencida-Iris Boeninger

La tercera es la vencida-Iris Boeninger

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Chile se encuentra en etapa de envejecimiento avanzado. Se vive cada día más y disminuye la tasa de natalidad.

Se llama edadismo a la discriminación por edad de una persona joven o mayor, prevaleciendo en Occidente hacia los adultos mayores. Se manifiesta en la negación de empleo, la exclusión social y la valoración, entre otras situaciones.

Ambas cosas tienen relación directa con un sistema de pensiones sustentable. La reforma de pensiones que presentó el Gobierno y que hoy se discute en el Senado no hace mención a modificar la edad de jubilación de los chilenos ni a políticas que mejoren los índices de informalidad, tanto de los jóvenes como de los adultos mayores.

Esta semana, la ministra Jara interpeló al Senado para apurar la legislación de la reforma. Acordar requiere no caer en la tentación de culpar a otros, sino de hacerse cargo de las propias intransigencias además.

El país y los chilenos necesitan un sistema sustentable que dure muchos años. La discusión no puede centrarse solo en el porcentaje de destino del seis por ciento.

Dejar de lado el aumento la edad de jubilación en la reforma es un grave error. Esto debe ir acompañado de la construcción de un camino de políticas públicas de inclusión laboral para mujeres mayores de 60 en adelante y para los hombres de 65 en adelante.

Lo mismo debe ocurrir para reducir la informalidad laboral, que se da sobre todo en los jóvenes y adultos mayores.

La informalidad laboral creciente dificulta sostener un sistema de pensiones. Hoy, la tasa de estimación de ocupación informal es del 37,8%.

Las personas adultas, de 65 y más años, y los jóvenes, de entre 15 y 24 años, poseen las mayores tasas de informalidad, de 52,5% y 34,8% en el trimestre móvil de junio-agosto de 2022.

Luego de tantos años sin lograr una reforma, el apuro por sacar lo que sea con tal de lograr un anuncio es un mal consejero. Se debe avanzar en ella considerando la totalidad de las causas de las bajas pensiones. La conciencia política, tanto de quienes gobiernan como de quienes legislan, indica que se deben incluir las soluciones a las problemáticas mencionadas.

No se trata de eliminar las AFP como bastión de lucha, como tantas veces ha planteado la autoridad. Tampoco centrar la discusión solo en el componente solidario.

Van dos reformas rechazadas. La tercera debe ser la vencida, pero bien hecha.

Iris Boeninger