A todos los intelectuales, periodistas, políticos y empresarios que hablan de posdemocracia habría que invitarlos a detenerse un momento, mirar hacia Venezuela y ponerse a pensar. ¿Cuánta gente ha muerto, ha sido torturada y encarcelada en su lucha por liberarse del tirano? Los venezolanos saben que por la democracia vale la pena morir, puesto que es una de las condiciones necesarias, aunque por cierto no suficiente, de una vida libre de dominación. Pero ¿qué es la democracia? Friedrich Hayek nos habla de que el “verdadero valor de la democracia es servir como una precaución sanitaria que nos proteja de un abuso de poder. Esto nos capacita para deshacernos de un gobierno y tratar de reemplazarlo por uno mejor. O, para ponerlo de otra manera, es la única forma que hemos descubierto para hacer posible el cambio pacífico. Como tal, constituye un alto valor por el cual vale la pena luchar, ya que cualquier gobierno que la gente no pueda reemplazar mediante un procedimiento acordado, está destinado a caer tarde o temprano en malas manos”.
Creo que pocas personas estarían en desacuerdo con Hayek. Los totalitarios han sido siempre una minoría. De ahí que cause extrañeza encontrarse con una parte de la élite que simpatiza con el transhumanismo, la posdemocracia, habla del metaverso para países que no soportan ni un temporal de invierno y estén a favor de suprimir el dinero efectivo por moneda digital para controlar todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas. Uno de los chilenos más destacados de este grupo es Guido Girardi, quien en una entrevista al diario La Tercera (28/5/2023) afirmó que las instancias tradicionales de gobierno están superadas y que “el planeta está viviendo un cambio total de ciclo.” Interesante sería que nos explicara hacia dónde vamos y qué significan sus declaraciones en torno a que, en contraste con las instancias tradicionales que él declara “obsoletas”, desde la Fundación Encuentros del Futuro ellos sí mueven la aguja.
Lo que subyace a las declaraciones de Girardi es el proyecto transhumanista que impulsan los comunistas-liberales de Porto Davos (alianza de Porto Alegre y el Foro de Davos). Es el intelectual marxista Slavoj Žižek, quien, en su libro Sobre la violencia, usa estos términos para referirse a los impulsores de la Cuarta Revolución Industrial y de un Nuevo Orden Mundial basado en una gobernanza global que abriría las puertas a la era de la posdemocracia. ¿Cómo es el mundo del futuro con el que sueñan los transhumanistas de Porto Davos?
En el lugar de la democracia representativa, un gobierno de la ONU a cargo de los diversos Estados convertidos en máquinas de control social y una economía del ascetismo cuyo lema reza: “no tendrás nada y serás feliz”. La coherencia con la Agenda socialista 2030 es absoluta: ciudadanía mundial (ODS 4), control de emisiones de huella material y del consumo en términos absolutos y per cápita (ODS 8) y creación de un tejido organizacional tipo panóptico que reemplace a las instancias tradicionales.
Los chilenos estaremos controlados por burócratas habitantes de un Observatorio Regional de Planificación. Hablamos de un plan que promete asfixiar todas nuestras libertades, lograr la igualdad en y entre los países convertidos en estados miembros de una federación dirigida por la ONU. En este punto es obligación preguntar quién gobierna dicha instancia. Un artículo del Panam Post nos aporta información:
«[…] las Naciones Unidas ha servido como tribuna para promover la agenda progresista, que en el fondo es simplemente una forma más moderada de impulsar el socialismo y las ideas colectivistas que tanto daño le han hecho a la humanidad.
Para muestra, un cargo: António Guterres, actual secretario general de la Organización de las Naciones Unidas es ex presidente de la Internacional Socialista. Y si es exagerado decir que la ONU es manejada a diestra y siniestra por la izquierda sólo porque su Secretario General fue presidente de la Internacional Socialista, basta con agregar que, del total de quince agencias de la ONU, 4 son presididas por China mediante exmiembros o miembros del Partido Comunista Chino (PCCh) y en 7 de ellas tienen el segundo cargo más alto; es decir, el comunismo chino tiene una injerencia directa en 11 de las 15 agencias especializadas de la ONU».
El artículo en comento es de 2020 por lo que podría haber cambios en la composición de los tentáculos con los que avanzan su Agenda socialista, comprando a la casta política de los países en colusión con Porto Davos. Lo que no ha experimentado cambio alguno es su plan. Prueba de ello son las últimas leyes aprobadas en nuestro país sobre violencia de género con las que van a implosionar el tejido social.
El escenario es escalofriante. Las políticas de desmantelamiento de la democracia y del capitalismo han causado estragos en la agricultura e industria europea, mientras las medidas que impulsan la migración, promueven leyes y campañas contra la natalidad y a favor de la castración de los niños amenazan con destruir nuestra civilización. El invierno demográfico amenaza con transformarse en una era de hielo. Podemos imaginar cómo los enemigos de Occidente se frotan las manos y sonríen: están ganando la Tercera Guerra Mundial sin un solo disparo. La posdemocracia no es otra cosa que la coronación de su triunfo. (El Lïbero)
Vanessa Kaiser