La Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce que todo ciudadano tiene el derecho de participar en elecciones auténticas, que sean honestas, abiertas y creíbles. Deben ser la expresión libre de la voluntad ciudadana.
En el artículo segundo del Código de Ética del Partido Comunista de Chile, refiriéndose a sus militantes, dice: “Guiar su actuación según una concepción humanista y respetar los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos”. Se declara pero no se hace.
Lautaro Carmona ha reconocido que Nicolás Maduro triunfó con un 51,0 por ciento (un número sin décimas en estos cálculos es sorprendente, más bien imposible matemáticamente hablando). Han festejado él y sus camaradas el triunfo del dictador. Amigos de otras dictaduras como Cuba y Nicaragua, de ideologías afines.
Más de 40 años en la oposición terminaron para el Partido Comunista de Chile, tras haber permanecido en la oposición desde la Unidad Popular en 1973, el día en que Michelle Bachelet asumió su segunda administración, en 2014, siendo su primera experiencia en el oficialismo. El 11 de marzo del 2018 Tellier dijo, “no fue fácil de asumir”, pero el balance es positivo: “Tenemos la capacidad de estar en un gobierno”.
El estallido social y de violencia del 2019 fue apoyado por el Partido Comunista. Convocaron a las calles. Validaron la violencia como medio de expresión popular.
Quisieron destituir al entonces Presidente Sebastián Piñera en un intento de golpe de Estado sumando además una Acusación Constitucional para destituirlo, que por suerte para nuestra democracia, no fue aprobada.
No firmaron el Acuerdo por La Paz Social y una nueva Constitución del 15 noviembre del 2019, evidenciando una actitud alejada de los canales de diálogo. Dicha declaración convocaba a los partidos firmantes a «garantizar su compromiso con el restablecimiento de la paz y el orden público en Chile y el total respeto de los derechos humanos y la institucionalidad democrática vigente». ¿Querían que se restituyese el orden público en Chile? Al parecer no.
La ex Presidenta Bachelet, cuyos dos periodos al mando de Chile fueron apoyados por el Partido Comunista, manifestó sentir «admiración y afecto» por la colectividad en un escrito en ocasión de los ciento doce años del partido. Hoy la apoyan en una eventual candidatura a la presidencia.
La contradicción es clara frente al valor y la importancia que tiene la democracia. El Socialismo Democrático ha manifestado su rechazo al dictador Maduro. ¿Cómo y por qué trabajan en una misma coalición de gobierno con el Partido Comunista? Convicciones no son. Conveniencia tal vez. No para Chile, ya que una coalición de gobierno con disidencias en las convicciones mas profundas no es sustentable.
Al parecer hay dictaduras y dictaduras, algunas deleznables, otras no tanto…
En estos días el Centro Carter ha sido noticia mundial al manifestar en un documento que la instancia de elecciones venezolanas “no se adecuó a parámetros y estándares internacionales de integridad electoral y no puede ser considerada como democrática”. Dicho Centro, fundado por el ex Presidente Jimmy Carter en 1982, es un organismo no gubernamental y sin fines de lucro que ha participado en la resolución de múltiples conflictos internacionales. Fue de los pocas organizaciones a las que dejaron observar el proceso electoral de Venezuela como veedores. Confirmaron que el candidato opositor Edmundo González Urrutia fue el vencedor de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio. Descartaron por completo la veracidad de los resultados oficiales que proclamaron el triunfo del Presidente Nicolás Maduro.
¿Cómo se constituye una dictadura? La combinación más efectiva que utilizan es el adoctrinamiento a los niños desde temprana edad, la intervención en la educación con el objetivo de uniformar el pensamiento con tintes nacionalistas y la represión de toda disidencia antes de que crezca o se organice. Es de esperar que en Chile no exista adoctrinamiento de ningún tipo con los niños y jóvenes.
Maduro viola sistemáticamente los Derechos Humanos hace tiempo. Su objetivo es asfixiar a la oposición política. Así lo ha hecho de forma cada vez es más grave. Ha cruzado todas las líneas posibles. Vulnera el espacio cívico con el objetivo de eliminar la disidencia y la libertad de expresión. Pareciera que la impunidad es legítima.
Es fundamental favorecer la reflexión en Chile acerca de los matices de la democracia. Existe un gran desencanto en la ciudadanía. Parece que la política se evapora, alejada de la realidad, convirtiéndose en una especie de esfera aparte determinada por el enfrentamiento, la división y la lejanía de los ciudadanos.
Es fundamental que se clarifiquen las contradicciones de la coalición de gobierno para darle el valor que se merece la democracia. La falta de unidad hoy es alarmante. Sin ella no es posible el diálogo futuro que permita reforzar la institucionalidad , eliminar la fragmentación política y darle gobernabilidad al país.
Ante un fraude electoral como el que ocurrió en Venezuela, ante las violaciones a los Derechos Humanos y la represión contra toda disidencia y oposición que Maduro y su gobierno cometen, no puede haber medias tintas ni dudas a la hora de apoyar al pueblo venezolano y reconocer a su Presidente electo Edmundo González. (El Líbero)
Iris Boeninger