Autogestionar nuestra seguridad

Autogestionar nuestra seguridad

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Es claro que la delincuencia que hoy día opera en Chile tiene un poder armado que nunca antes habíamos visto. Hemos leído noticias en las que se hace cada vez más frecuente el papel protagónico de armas de guerra en manos de los criminales. Pistolas calibre nueve milímetros, subametralladoras, fusiles y granadas, es sólo parte del arsenal que pueden poseer. También hemos visto reportajes sobre robo de armas, tráfico y hasta de fábricas ilegales.

Todo es parte de la estructura del Crimen Organizado. El armamento les otorga poder y control, es decir, las bases para sostenerse y crecer.  El Tren de Aragua, por dar un ejemplo, sabe cuán poderosos pueden llegar a ser a partir de la artillería que tengan en sus manos, por eso son expertos en conseguirla. La fabricaban dentro de Tocorón, la cárcel venezolana que vio nacer y consolidar a esta mega banda que Venezuela importó a América del Sur. Pero, también, la robaban de la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (CAVIM) –una empresa pública de Venezuela dedicada al desarrollo del armamento y municiones– y la traficaban a Brasil cuando se asociaron con el Primer Comando de la Capital, una las agrupaciones delictivas más peligrosas del gigante sudamericano.

También es cierto que nuestras autoridades se esfuerzan para incautar, detener y desarticular, pero los delincuentes siguen llevando la delantera. ¿Cómo?, tienen ventaja debido a la desigualdad que existe entre el poder armado de estos criminales y el que tienen nuestras fuerzas de seguridad.

Por eso, tenemos miedo y la desesperación que nos produce conocer el poder armado que, hoy día, tienen los delincuentes en Chile puede empujarnos a creer que una de las mejores formas para protegernos transita por adquirir, también, un arma.

Pero, portar una de esas no garantiza más protección. ¿Por qué? Porque no sólo es tenerla, es saber cómo, cuándo y por qué ocuparla. Pasa lo mismo que con un auto blindado. Por sí solo no es una solución, es sólo un paliativo, que quizás pueda generarnos una muy corta sensación de seguridad, y, ¿por qué no?, de bienestar, pero, al final del día, no es la cura para la enfermedad.

Ciertamente, la responsabilidad de atacar el problema de inseguridad es del Estado, pero mientras eso pasa, nosotros debemos preocuparnos, principalmente, por dos cosas. La primera: No normalizar la situación, y con esto me refiero a preocuparnos porque las cifras de delitos no se nos conviertan en algo habitual. ¡No son normales! Nosotros no estábamos acostumbrados a vivir con miedo.

La segunda: Convencernos de que debemos buscar soluciones que de verdad lo sean. Tenemos que empezar a autogestionar nuestra seguridad. Se vuelve imprescindible tener herramientas y conocimientos necesarios para gestionar y mitigar, efectivamente, nuestros riesgos a través de la prevención activa y proactiva.

Debemos poner nuestro grano de arena para, también, combatir los embates del Crimen Organizado… y, desde nuestra tribuna, lo podemos lograr si nos capacitamos con expertos en la materia. Tenemos la forma de hacerle el camino más difícil a la criminalidad, ¡hagámoslo! (Red NP)

Gonzalo Cornejo

CEO Insight Security