Mientras cuentan los votos en EE.UU., veamos otra elección, la de líder de los conservadores en Reino Unido. El resultado se anunció el sábado. Partió con seis candidatos: tres hombres blancos, uno negro, una mujer de etnia india y una de etnia Yoruba. Ganó esta última.
Olukemi Olufunto Adegoke nació en Wimbledon, en enero de 1980. Si bien después vivió en Nigeria, el país de sus padres, nacer en Inglaterra le permitió a Olukemi —o Kemi— convertirse en nada menos que Líder de la Muy Leal Oposición de Su Majestad, el título que ostenta quien preside el principal partido opositor.
A los 16 años, la mandaron a Inglaterra a completar su educación. Se recibió de ingeniera y después de abogada. En 2012 se casó con el banquero escocés Hamish Badenoch, por lo que es ahora Kemi Badenoch. Pero no se olvida de la Nigeria socialista en la que vivió, porque cree que no hay país, por próspero que sea, que no pueda caer en la miseria que vio allí. Para que no le pase al Reino Unido, promueve las ideas de Thatcher.
Todo esto produce mucha rabia en la izquierda. Una parlamentaria laborista negra posteó que Kemi era una supremacista blanca con cara pintada de negro. Es que los laboristas, que pretenden monopolizar el antirracismo, no toleran lo multiétnico que es hoy el Partido Conservador.
Lo que hace pensar en nuestro país.
¿Cuántas de las causas de la izquierda, de las que cree tener monopolio, son de verdad, y cuántas solo retóricas? ¿Son realmente progresistas, ecologistas, feministas y moralmente superiores como dicen? Si lo son, ¿por qué se creen los únicos en serlo? ¿Y qué significa serlo?
Suena bien estar por el progreso. ¿Pero qué es? Por ejemplo, ¿es progreso el crecimiento, o se progresa más decreciendo? ¿Es progreso arruinar las escuelas públicas emblemáticas en aras de la igualdad? ¿Es progreso un Estado dominante gestionado por una élite limitada, o lo es el capitalismo de mercado que, en un proceso de descubrimiento permanente, no para de crear e innovar?
En cuanto al medio ambiente, se dijo que Boric iba a presidir nuestro primer gobierno ecologista. Pero ¿con qué acciones, fuera de denegarles permisos a los inversionistas? El gobierno de Piñera fue claro: escogió realizar la COP25, avanzó en la protección de nuestros bosques y océanos, y promocionó con dedicación el hidrógeno verde.
En cuanto al feminismo, ¿qué ha logrado esta administración para las mujeres, fuera de esa ley Karim que no cumple? En su primer gobierno, Piñera extendió el posnatal a 6 meses, y en el segundo abrió paso a que las mujeres optaran por el teletrabajo. Por alguna razón, el de Boric ha decidido limitar este derecho a las colaboradoras del sector privado, quitándoselo a las del Estado.
¡Ni hablemos de acoso sexual o de superioridad moral!
Para eso salgamos de Chile un momento, con disculpas a Monsalve. Hablemos de Íñigo Errejón, gurú español del Frente Amplio. Acusado de abusos sexuales, dice que su problema fue estar escindido entre el “personaje” que defendía ideas “hermosas y justas”, y la “persona” que vivía como “neoliberal”.
¡Reveladoras estas palabras! Porque sugieren que lo “hermoso y justo” era impostura, cosa de “personajes”. Además, qué fácil aducir superioridad moral frente a un inventado “neoliberal” abusador, invadido, según Errejón, por la “subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica”.
En realidad, la superioridad moral, el progresismo, el feminismo y el ecologismo de la izquierda puede que sean más productos de sueños que de realidad. Los liberales (regalémosle el “neo” a Errejón) lo somos porque sabemos que no somos moralmente superiores. Sin practicar el libertinaje que a Errejón le atraía, somos humanos y, por tanto, pecadores. Por eso preferimos evitar que alguien tenga demasiado poder. Por eso, insistimos en la competencia, la responsabilidad, la democracia liberal y el imperio de la ley. (El Mercurio)
David Gallagher