Amnésico. No hay otra forma de describir políticamente a este país. Tuvo un estallido social con millones de personas en las calles hartas de los abusos, pero solo se recuerda –o mejor dicho, le hicieron recordar– a los violentistas. Hemos tenido colusión del producto que quiera… pollos, confort… hasta del oxígeno. Raspados de la olla, curas pedófilos, aportes ilegales a la política que vuelven y vuelven, como si fuéramos un país condenado a vivir con los abusos… y los abusadores.
Los LarrainVial se repiten el plato del caso Cascadas, hemos tenido miles de candidatos que nos han prometido el edén, hasta nos dimos el lujo de elegir alcaldes que estaban formalizados por abusos sexuales. Llevamos once años de promesas de una reforma de pensiones, y volvemos a escoger a los mismos que no han podido cumplir la voluntad popular.
Dos plebiscitos fallidos para cambiar esa Constitución que el 89% de los chilenos quería modificar, pero seguimos con la misma Carta Magna. “La alegría ya viene”, “Gana la Gente”, “Chile Mucho Mejor”, “Se les acabó la fiesta a los delincuentes”. Eslóganes y eslóganes que prometían sueños, cambios. Un país peligrosamente amnésico.
Y, claro, como las elecciones son cada cuatro años, volvemos a olvidar lo que antes nos prometieron y que nuevamente nos prometen. Por algo, tenemos ese récord mundial de dos presidentes de pensamientos y estilos opuestos que se turnaron el poder por 16 largos años, moviéndonos de un extremo al otro. Bachelet, Piñera, Bachelet, Piñera.
Y como si no bastara esa capacidad de olvido, de pérdida de memoria, como en un sueño hipnótico bizarro, o un déjà vu que no logramos comprender, anunciaron –o lo deslizaron sus seguidores– su intención de volver a presentarse como candidatos presidenciales los mismos que ya hemos visto en los debates televisivos dos, tres y hasta cuatro veces, como en el caso de Marco Enríquez-Ominami.
El primero fue Eduardo Artés. Este pintoresco candidato, que en su época fue PC y luego fundó un par de movimientos, todos los cuales no superaban unos cientos de seguidores. El profesor, que revindicó a la RDA y a Cuba hace solo unos años, sacó el 0.57% de los votos en su primera aventura y 1.47% en 2021. Ahora señaló que “vamos por un tercer intento y tenemos posibilidades”. La verdad es que la frase es un desafío al ingenio.
El segundo precandidato que anunció su voluntad de ir por la Presidencia en 2025 fue Franco Parisi. El ingeniero comercial que vive en Estados Unidos y que enfrentó la campaña de 2021 desde ese país –algo inédito–, advirtió que podría representar al PDG, aunque esta vez “lo haré instalado en el país”. Desde ya, gracias, Franco, por este tremendo favor a los electores…
Claro que falta un pequeño detalle para concretar su deseo: la voluntad del PDG. El partido, que sigue en caída libre, tal como quedó en evidencia en las elecciones de gobernadores y alcaldes, ha mantenido una posición muy crítica hacia su antiguo líder, incluyendo la salida de varios militantes históricos, que han acusado a Parisi de apropiarse de la colectividad. Por el momento, Parisi expresó que lanzaría su campaña contra “cuiquitos de izquierda y de derecha”.
Y como era de esperar, ME-O ya estaría preparando lanzar su campaña, esta vez, apoyado por el Partido Radical. Sería la quinta vez que el ex-PS y exlíder del partido Progresista –que hoy no existe– se presenta a la carrera presidencial. Desde hace 16 años que es un fijo en todas las elecciones, habiendo obtenido 20.13% en 2009, en 2013 10%, 5.7% en 2017 y 7.6% en los comicios de 2021.
ME-O es una especie de candidato presidencial profesional, que cada cuatro años postula representando a distintos partidos, movimientos y sensibilidades de la centroizquierda. Al final de cada proceso, Marco pasa por caja a cobrar su cheque por voto ganado.
Evelyn, hasta hoy la candidata de la centroderecha, también irá por su segunda elección, 10 años después de caer frente a Bachelet. Antes le tocó la ingrata misión de reemplazar al segundo candidato de la UDI que abandonó la carrera en la etapa previa. En el Socialismo Democrático hacen peregrinaciones diarias para convencer a Michelle de que vaya por tercera vez. Sin embargo, la exmandataria ha negado en varias ocasiones la posibilidad. No descarto que, al final, la doctora acepte el desafío por “el bien de Chile”.
José Antonio Kast ya comunicó que postulará por tercera y última vez –según él–. Aunque el anuncio no constituye una novedad, el líder de los republicanos criollos ha dejado en claro que correrán con colores propios, por tanto, no participará de las primarias de la centroderecha.
Esta señal es una muestra de que las tres derechas –Evelyn, JAK y Kaiser– competirán mirando más al rival vecino que al de la vereda de enfrente, pese que los tres desplegarán un relato similar anti-Boric y con foco en un tema único, la seguridad, con tintes a lo Milei. Si esto se traslapa a la competencia por el Parlamento, puede ser un regalo inesperado para el oficialismo, que aún tiene probabilidades de ir en una sola lista, pese a la resistencia de la DC.
Pero la noticia más sorprendente fue la petición de un grupo de militantes de la Democracia Cristiana a Eduardo Frei Ruiz-Tagle para que represente a la falange en la presidencial de 2025.
Recordemos que, ya en agosto de este año, Amarillos –la dupla Rincón/Walker– señaló que el expresidente era la carta de este pequeño partido constituido por exdemocratacristianos y uno que otro exradical. Recordemos que Amarillos nació como “el Rechazo de izquierda” en el primer plebiscito, para terminar siendo la cola de ratón de Chile Vamos.
Que sean militantes de la falange los que están tratando de entusiasmarlo, habla de la crisis y confusión de identidad que tiene el otrora partido más grande de Chile y que hoy navega en el umbral de desaparecer con la reforma política que los partidos grandes quieren imponer. Para beneficio de todos, esperemos que Frei siga entusiasmado con sus viajes a Asia y visitas a reyes y princesas en distintos lugares del mundo. Un premio merecido para el Presidente más irrelevante que ha tenido este país desde la vuelta a la democracia.
Y si de déjà vu se trata, en las últimas semanas reaparecieron dos viejos estandartes de la centroizquierda con aspiraciones a volver a la política activa, esa que abandonaron expresando su frustración con ella e iniciando una “nueva etapa” en sus vidas. Se trata de Guido Girardi (PPD) y Fulvio Rossi (ex-PS). Los dos médicos aspiran a competir por Tarapacá o Valparaíso.
Girardi estaba dedicado a la ciencia y la futurología, y Rossi había retomado su carrera de traumatólogo. Pero la política es más fuerte, y, por lo visto, pronto tendremos a estos dos hombres mediáticos en la primera línea, rompiendo con un largo período en que se abocaron a otros temas más interesantes que el Congreso.
En un año en que creímos verlo todo –Torrealba, Cathy Barriga, Hermosilla, Monsalve, Boric papá–, terminamos con esta versión fome y con gusto a poco de Regreso al futuro. Cosas de la política chilena. (El Mostrador)
Germán Silva Cuadra