Parto expresando mi respeto por la persona y el pensamiento de Sebastián Edwards, destacado economista chileno, radicado en EEUU, académico de la Universidad de California, quien nos trae su libro: “El proyecto Chile. La historia de los Chicago Boys y el futuro del neoliberalismo (Ediciones Universidad Diego Portales). Me gustaría comentar alguna idea de su libro que me parece orienta un diagnóstico equívoco. Al abordar el colapso derivado de la crisis sociopolítica de octubre del 2019, advierte que, la derecha no entendía que “el modelo se había agotado”. No estoy de acuerdo con este punto que considero central. Unos han apuntado hacia el “modelo económico”, otros hacia los cambios al “modelo político” y también hay quienes señalan el dedo acusatorio hacia cambios en al “modelo electoral”, (me recuerda el cuento de Don Otto). Propongo como idea sustitutiva, al menos complementaria, que la causa basal no tiene que ver con un “modelo”, sino con las personas y grupos (económicos y políticos) que abusaron de la concentración del poder y de la riqueza.
No fracasó el neoliberalismo, ni se agotó el modelo (de Friedman o Pinochet). No es un problema de las ideas, sino de las personas, los grupos de poder, quienes traicionaron los principios y abandonaron los valores fundantes. Estos corrompieron de múltiples formas la ética que se hacia exigible, la probidad que requería el sistema. ¡No podemos responsabilizar al “modelo”! El fenómeno: en mi opinión, responde a la opción por un materialismo ideológico y la implementación de un capitalismo desbordado, con todo lo que esto conlleva, impulsado por personas (todas conocidas) y sus centros de estudio; el proceso: se caracterizó por un liberalismo limítrofe en libertinaje, la permisividad ética, la opacidad en los límites de la probidad; los eventos: son los éxitos económicos, el crecimiento del país, la alta generación y concentración de riqueza, la mala distribución de esos recursos y los centenares de abusos, faltas a la probidad, corrupción e impunidad, en el ejercicio de cargos y funciones, en el ámbito público y privado, que terminaron en la pandemia de degradación ética (pandemética): corrupción, delincuencia y violencia, la cascada de escándalos en que aún están inmersos algunos de sus protagonistas, aunque no todos.
Discrepo de esa afirmación sobre el “agotamiento del modelo”. Por el contrario, pienso que estaba en plenitud, altamente exitoso en la generación de riqueza y potencial Desarrollo Humano. Tenía buenas bases y resultados muy alentadores. Pero, una élite política y empresarios (de derecha e izquierda) fueron inconsecuentes. Lo que generó el estallido (2019), no fue un rechazo a los empresarios, por el contrario, se valoran los buenos emprendedores e inversionistas. Fue a la debilidad del Estado para: contener los abusos, la inequidad, el minimalismo en la dignidad de las personas (salud, educación, previsión), la falta de solidaridad y de sentido social. Se rebasaron los límites éticos.
Nada surge de la nada. No hay casualidades. Todo tiene variables diacrónicas y sincrónicas. Todo es causalidad. Hubo permisividad y lenidad de una mayoría decente (personas e instituciones), que actuaron de forma pusilánime, permitiendo que una minoría deshonesta, usara su poder para abusar y traicionar la confianza de los chilenos. Es cobardía ideológica, intelectual e histórica, no sumir responsabilidades. Para superar este trance, se requiere sentido auto-crítico y honestidad. ¡Pero, no se lo pidamos al “modelo”! Ese es el deber de todos aquellos que fueron permisivos, pusilánimes, inconsecuentes, deshonestos, ímprobos, corruptos. Aquellos que actuaron con avaricia, individualismo, egoísmo, falta de solidaridad e irrespeto social. Todos aquellos que transversalmente, en la derecha, el centro y la izquierda, terminaron “matando la gallina de los huevos de oro”. Aquellos que, desde el gobierno “No lo vieron venir”, a pesar que advertimos personal y directamente, con oportunidad y coraje, con honestidad, incluso pagando costos políticos por esa consecuencia, como lo sabe Cristián Larroulet, presentador del libro.
Los Chicago Boys, hicieron historia, implementaron un modelo económico exitoso en la generación de riqueza. Pero, no supieron gestionar el desafío ético, la defensa de principios y valores y los embates de abusivos y corruptos que se mimetizaron en su entorno, con los que fueron permisivos o se coludieron. La Derecha no tuvo la coherencia y coraje para separase de mecenas abusivos y corruptos. La izquierda también se puso a disposición del poder económico y no tuvo la honestidad ideológica, intelectual y política para reconocer las bondades del modelo.
Esas décadas cuestionadas por la autoridades de hoy, fueron tiempos de gran éxito económico que pusieron a Chile como referente global (como dice el Presidente Frei, se crecía al 6 y 7% anual). Los críticos –de esos 30 años- con hipocresía reconocen que: “Otra cosa es con guitarra”. Negaron sal y agua. Pero, viven pidiendo “agüita”. Por su mala gestión la economía chilena está estancada, proceso que puede durar otra década. Esa política nos llevó a dos aventuras constitucionales fracasadas. Aún me parece increíble la histórica renuncia del Congreso a su rol Constituyente (auto-castración de facultades). El problema social en Chile, el descontento y la frustración, están larvados, como semillas latentes. Los temas sociales se han agudizado en salud, educación y seguridad. La violencia y delincuencia muestran la anomia fuera de control, mientras aprovechan esa debilidad los movimientos delictuales, el crimen organizado y el narcotráfico. La inmunología institucional está muy debilitada y el país cada día se hace más vulnerable a esas amenazas.
Valoro el aporte de Sebastián Edwards, que está libre de los cargos referidos en este texto. Pensando en el futuro próximo, espero que estas reflexiones generen convicción para construir en Chile, un nuevo contrato social y mayor consenso político, evitando la polarización que promueven sectores radicalizados, en ambas puntas. ¡Que así sea! (Red NP)
Carlos Cantero