Calendario 2025, ¿peligroso o emergente?

Calendario 2025, ¿peligroso o emergente?

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¿Entrará el mundo este año a una etapa de choques tectónicos similar a la de los años 30 y 40 del siglo pasado?

En efecto. Hay -y no pocos- elementos sugerentes de que el planeta se está adentrando en un período susceptible de denominar plutoniano, como lo denomina el extraordinario periodista alemán, Gabor Steingart. Para él, las grandes explicaciones se encuentran en las profundidades de la Tierra. La fuerza expansiva del calor interior -dice- sería el causante de todos los fenómenos en la superficie, desde los geológicos hasta los políticos y culturales, haciendo chocar fuerzas violentas, colisionadoras, erosionadoras. El modelo de Steingart se inspira en la forma de ver el mundo que tuvieron intelectuales alemanes de los siglos 18 y 19, principalmente Goethe y los hermanos von Humboldt, quienes dividían el campo deliberativo intelectual general entre plutonianos y neptunianos. El propio Goethe se contaba entre éstos últimos. Veía los procesos deliberativos de manera más líquida y gaseosa; con menos fricción.

Es evidente que un aire de preocupación se respira, tanto en ambientes políticos nacionales como extranjeros. No sólo en las izquierdas tradicionales. También en las woke, esas que se refugian en los temas identitarios. E inclusive, en las llamadas derechas tradicionales. En muchos lugares se huele a incertidumbre.

Las fuerzas volcánicas se han hecho presente desde que estalló el conflicto ruso-ucraniano y desde que Israel reaccionó con virulencia ante el inaudito ataque terrorista de Hamas. La inquietud ha aumentado estas últimas semanas con los anuncios disruptivos de la segunda administración Trump. Si se cumplen, habrá cambios erosionadores e inevitables en las relaciones de poder internacional.

La primera fecha clave es el 20 de enero. O sea, cuando ocurra la investidura presidencial en EE.UU. La ceremonia contendrá señales poderosas. ¿Asistirán Xi Jingping y Vladimir Putin? o ¿estará en ciernes un golpe de efecto trumpista y ese día se congregarán sólo Marine le Pen, Viktor Orban, Mateo Salvini, Georgia Meloni, Javier Milei y Netanyahu? La Presidenta mexicana admitió que no ha recibido invitación a nada relacionado con la asunción de Trump.

Dilucidado aquel punto, es dable esperar que Trump actúe con rapidez en al menos cuatro grandes líneas de acción.

La primera apunta hacia cuestiones heredadas. Por ejemplo, la guerra en Ucrania, que, él ha dicho, resolverá con rapidez. Ahí se acumulan una serie de cambios muy profundos, pues la clave del fin de la guerra pasa por la división territorial y su reconstrucción. La fragmentación de Ucrania, como elemento central de un arreglo negociado, ha configurado estos últimos meses, y la razón es más o menos obvia.

En ese flanco del Viejo Continente se diseñará gran parte del futuro espacio geopolítico que conecta Europa con Asia. Basta mirar el mapa para advertir que Kiev está a sólo 2.500 kms de Damasco en línea recta. Y bueno, los últimos acontecimientos en Siria sugieren grandes e inevitables alteraciones territoriales y políticas, dada la naturaleza extremadamente frágil del nuevo régimen. También, debido a que la superficie del país es campo de batalla de numerosas milicias, cuyo único leitmotiv es aniquilar adversarios; reales e imaginarios.

Adyacente a ese polvorín está Irán, país sumergido en una explosiva mezcla de inestabilidad y debilidad. No es un misterio el grave agotamiento político del régimen de los ayatollahs, pero muy poco se conoce sobre posibles alternativas seculares. Sean éstas derechamente pro-occidentales o, al menos, no tan belicosas como esos imprevisibles clérigos chiítas.

Robert Kaplan entrega múltiples antecedentes en su última obra El Telar del Tiempo sobre algo que se intuye a la distancia. No es sólo Irán, sino todo el creciente fértil un polvorín interminable. Por eso, las previsibles convulsiones que ocurrirán en 2025, marcan nuevas necesidades de seguridad de Israel. Jerusalén necesita imperiosamente un nuevo esquema, que contemple lo vecinal y, ahora, un amplio arco paravecinal. La prueba de fuego para Trump será la revitalización de los Acuerdos de Abraham (2020), que él ha fijado como punto de partida.

Una segunda línea llena de elementos disruptivos, adelantada por Trump, apunta a la creación de una nueva lógica del espacio continental americano. Reformulará por completo el vínculo con Canadá y México, a la vez que traccionará la integración de Groenlandia a este nuevo espacio. El viaje de su hijo, Donald, y las declaraciones del premier groenlandés, Múte Egede, en orden a obtener la independencia de Dinamarca, son señales sugerentes de lo que se avecina.

Luego está la situación del canal de Panamá, cuya administración sufrirá alteraciones importantes, más allá de la impavidez o enojo que genere en la región. La perspectiva de este punto se ve compleja por la reacción de las empresas chinas que sufrirán el embate.

Una tercera línea apunta a la implementación de medidas arancelarias para gravar importaciones de productos chinos, así como a la aplicación de recortes fiscales y a drásticas eliminaciones de restricciones, especialmente a las perforaciones petroleras (más el retiro de EE.UU. del Acuerdo de París). La importancia de esta línea es que aquí se observará el peso de la nueva Comisión Presidencial para la Eficiencia Gubernativa, con Elon Musk y Vivek Ramaswamy, a la cabeza. Son dos billonarios que están oteando el horizonte global de manera completamente distinta a lo conocido esas últimas décadas.

Musk se ha visto particularmente activo. Su apoyo público y explícito a Alice Weidel, de la Alternative für Deutschland, para las elecciones del 23 de febrero. También dedicó fuertes palabras al premier británico. Todo aquello pre-anuncia algo inevitable; un fuerte reacomodo geopolítico en Europa.

Por último, hay varias otras fechas con acontecimientos indicativos de que los asuntos de seguridad y defensa coparán la agenda durante el año. Por ejemplo, el 29 de enero se cumplirán 80 años de la liberación de Auschwitz y Polonia ya ha anunciado que invitará al premier Netanjahu haciendo caso omiso de la orden de arresto de la CPI. El 14 y 15 de febrero se llevará a cabo la 61 Conferencia de Seguridad de München. Meses más tarde, entre el 25 de abril hasta el 9 de mayo, diversos países europeos celebrarán (por separado) el 80 aniversario del final de la Segunda Guerra. El día 9 se realizará el tradicional desfile militar en Moscú -despliegue visto habitualmente como una demostración de poder- el cual ya cuenta con el compromiso de asistencia de varios jefes de gobierno y Estado; incluso europeos. Luego está la 35 cumbre de la OTAN en La Haya a celebrarse en junio. Y, dos meses más tarde, el recuerdo de los 80 años del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Se ve un calendario agitado. Habrá acciones y reacciones plutonianas, y mucho asunto difícil de prever. Por ejemplo, el Presidente francés invitó al actual Mandatario ucraniano a Normandía para que festeje el 80 aniversario del desembarco. Los dioses griegos, particularmente Helios, esbozarían una sonrisa. Habría que ser ingenuo para creer que su destino permanecerá incólume de aquí a esa fecha.

A pocas semanas de iniciado el año, se divisa un panorama demasiado pixelado. Lo único posible de afirmar con certeza es que el nuevo siglo por fin está partiendo. Un poco tarde. Pero el siglo 20 también se inició con retraso. (El Líbero)

Iván Witker