El Gobierno de China, cuya desaceleración económica está preocupando de forma creciente a los mercados de todo el mundo, anunció este miércoles que modificará a partir de ahora su sistema de medición del PIB nacional, para centrarlo más en las tendencias a corto plazo y menos en las cifras anuales.
A partir del 19 octubre, día en el que China dará la variación interanual del PIB del tercer trimestre de 2015, el Buró Nacional de Estadísticas estatal dejará de ofrecer cifras acumuladas de cambios en ese indicador y sólo aportará el cambio trimestral.
Según explicó el organismo en un comunicado, ya no se calculará el PIB anual (y sus cambios con respecto al año anterior), el semestral o el de los nueve primeros meses del año, indicadores que hasta ahora también habían sido muy tenidos en cuenta por analistas económicos, sobre todo, el primero de ellos.
En concreto, la variación del PIB anual solía servir para que el Gobierno comunista la comparara con sus objetivos de crecimiento para cada ejercicio (en 2015, por ejemplo, se ha fijado que el indicador aumente un 7% con respecto a 2014), que es la cifra alcanzada durante la primera mitad del año.
El nuevo sistema de cálculo, aseguró hoy la oficina estadística gubernamental, «puede medir de forma más exacta el PIB, seguir las fluctuaciones económicas a corto plazo y dar mejores referencias a los analistas y de cara a medidas de control macroeconómico».
El sistema de medición acumulada del PIB que China utilizaba hasta ahora fue introducido por Beijing en 1992.
La modificación se produce dos días después de que el Gobierno chino revisara a la baja el crecimiento del PIB en 2014 y lo situara en el 7,3%, una décima menos de lo que se consideraba hasta entonces.
El año 2015 está siendo uno de los de mayor incertidumbre en la segunda economía mundial, afectada por pobres cifras del comercio exterior (en agosto registró una caída del 9,7% y una bajada en la producción industrial, problemas que llevaron a Beijing a ordenar una inesperada devaluación de la moneda nacional.
Esto se ha visto agravado por la crisis bursátil de Shanghai, un mercado que aunque tiene una mínima influencia en la economía real del país asiático ha generado mucho nerviosismo y temor entre los inversores de dentro y fuera de China.
BOLSAS CHINAS REBOTAN
Las acciones chinas rebotaron por segundo día consecutivo el miércoles a un máximo de tres semanas, y el mercado de Shanghai pasó a territorio positivo en lo que va del año por la esperanza de un estímulo adicional del gobierno.
El referencial CSI300 de las principales acciones que cotizan en Shanghai y Shenzhen subió un 2,0 por ciento, a 3.399,31 puntos, mientras que el índice compuesto de Shanghai ganó un 2,3 por ciento, a 3.243,09 unidades.
El Ministerio de Finanzas de China dijo el miércoles que el gobierno fortalecerá la política fiscal, aumentará el gasto en infraestructura y acelerará la reforma de su sistema fiscal para apoyar a la economía, lo que se suma a otras medidas anunciadas para reactivar el crecimiento apagado.
«El rebote es el resultado de las fuertes caídas previas en los precios de las acciones, y el efecto acumulativo de las medidas de apoyo del Gobierno», dijo Zhou Lin, analista de Huatai Securities.
«Pero es demasiado pronto para juzgar si el rebote es sostenible, ya que todavía hay una fuerte presión de venta», agregó.
En una señal de que algunos inversores extranjeros están recogiendo ganancias del rebote del mercado de China, hubo una salida neta de 2.770 millones de yuanes (434,50 millones de dólares) bajo el marco del esquema de conexión de las bolsas de Shanghái y Hong Kong.
ALTO A DEVALUACIONES
El primer ministro chino, Li Keqiang, dijo hoy que los recientes ajustes en el yuan han sido «muy pequeños» y que no hay base para continuar con la devaluación de la divisa.
En declaraciones en el Foro Económico Mundial en Dalian, en el noreste de China, Li también indicó que Pekín no devaluó el yuan para estimular las exportaciones y que su país no es una fuente de incertidumbre para la economía mundial.
La devaluación cercana al 2 por ciento de China realizada el 11 de agosto sorprendió a los mercados financieros globales, reavivando las preocupaciones sobre una fuerte ralentización de la economía.