Lo que comienza espúreo

Lo que comienza espúreo

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En un lapsus freudiano, el ministro del Interior, Jorge Burgos, al referirse a la renuncia de Sergio Jadue a la Asociación Nacional de Fútbol Profesional de Chile (ANFP), señaló que “lo que comienza espurio, termina espurio”. La frase de Burgos encuentra eco en una opinión pública que duda de los procedimientos al interior de la ANFP. Pero irónicamente, la frase también aplica a las principales reformas que ha impulsado este gobierno. Desde el proceso constituyente hasta establecer la gratuidad en la educación superior a través de una glosa en el presupuesto, el gobierno ha intentado promover reformas profundas a través de mecanismos engañosos. En vez de entrar por la puerta principal, ha querido meter por la ventana reformas que transformarán profundamente la institucionalidad y el sistema educacional superior.

Desde que asumió como ministro del Interior el 11 de mayo, Jorge Burgos no lo ha pasado bien. Depositario de altas expectativas por parte del sector empresarial y de la oposición, Burgos llegó para contener la retroexcavadora y para dar un impulso a los sectores más moderados –concertacionistas- de la coalición de gobierno. Pero como los promotores de los cambios más radicales -la Nueva Mayoría- tienen el corazón de la Presidenta Bachelet, a Burgos le ha resultado difícil inutilizar la retroexcavadora. Después de todo, si la Presidenta ganó prometiendo que las suyas serían “reformas y no reformitas”, el desafío de Burgos es contener los impulsos de la propia Bachelet.

Aunque formalmente el Ministerio del Interior no tiene mucho que ver con la ANFP, el fútbol es tema de interés nacional. De ahí que parece razonable que el titular de Interior -ejerciendo como vicepresidente de la República- se refiriera a la intempestiva renuncia de Jadue y su viaje a Estados Unidos, donde presumiblemente se declarará culpable y colaborará con la justicia estadounidense para involucrar a otros altos funcionarios del fútbol internacional en delitos de mayor importancia. Recordando la forma en que Jadue llegó a la presidencia de la ANFP, Burgos reflexionó sobre las cosas que comienzan de forma espuria.

El comentario de Burgos resultó ser un boomerang. Varias de las principales promesas del gobierno han sido aterrizadas con métodos espurios. La promesa de mayor implicancia política que hizo Bachelet fue la de una nueva constitución. Como candidata, cuando fue presionada para especificar el mecanismo por el cual avanzaría para promover una nueva carta fundamental, Bachelet dijo que el mecanismo no estaba decidido pero que ella “cortaba el queque”, arrogándose el poder para decidir el camino a una nueva constitución. Como presidenta, después de haber demorado el anuncio sobre el mecanismo, Bachelet finalmente se limitó a delinear distintas opciones. En vez de cerrar el tema que ella misma puso en la mesa como candidata, Bachelet irresponsablemente decidió pasarle la papa caliente al próximo gobierno.

Otro ejemplo de una iniciativa con origen espurio ha sido la reforma tributaria. Después de anunciar que el aumento de impuestos era justificado en tanto los recursos serían destinados a la reforma educacional, el gobierno empujó una mala reforma que no recaudará lo prometido y cuyos recursos irán a una multiplicidad de prioridades -sólo una parte menor irá a la reforma educacional-. Es más, tan mal hecha quedó la reforma, que el gobierno ha reconocido que deberá enviar un nuevo proyecto de ley para reformar la reforma. Así, el gobierno habrá destinado tres de sus cuatro años en el poder para intentar modificar el sistema tributario. Los costos ya han sido enormes. Además de la incertidumbre que produce no saber cuál será la carga tributaria en el futuro, la incapacidad para diseñar una reforma que alcance los objetivos planteados desnuda la falta profesionalidad del primer equipo económico del gobierno.

Pero de todas las iniciativas espurias de esta administración, la gratuidad en la educación superior es la que más se parece al acto de sacar un conejo del sombrero. En vez de enviar un proyecto de ley que regule esta transformadora y popular iniciativa, el gobierno decidió esconder una de sus promesas más simbólicas de campaña en una glosa de la ley de presupuesto. Además de que la ley de presupuesto no es el instrumento adecuado para regular la creación de una nueva institucionalidad, el gobierno redujo la gratuidad a una cuestión contable -sin entender los efectos que tendría esa profunda reforma en el complejo mercado de servicios educacionales que se ha desarrollado en Chile-. Si queremos buscar un ejemplo de algo espurio en Chile, la forma en que este gobierno ha querido introducir la gratuidad en la educación superior gana la medalla de oro.

El titular de Interior correctamente caracterizó la llegada de Jadue a la ANFP como algo espurio. Pero al hacerlo, solo apuntó a la paja de lo espurio en el ojo del fútbol olvidando la enorme viga de lo espurio que descansa en el ojo del gobierno de la Presidenta Bachelet.

 

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