El sacerdote jesuita y ex rector de la Universidad Alberto Hurtado, Fernando Montes, salió a defender los beneficios humanitarios de los condenados por violaciones a los derechos humanos en Punta Peuco, aclarando que una sociedad debe castigar a los culpables, pero no perder nunca la civilización.
En entrevista con El Mercurio, el padre explica que a pesar de las cosas que hicieron en la dictadura «siguen siendo personas humanas», por lo que una «sociedad tiene que saber castigar a los culpables, saber establecer la verdad, pero no perder jamás la civilización. Y si a mí me preocupan los derechos humanos, tengo que tener una visión universal y tratar de que sea lo más justa y equilibrada posible».
«Eso, en un contexto donde yo he sido claro y preciso: he sido un fuerte, fuerte, fuerte opositor a los atropellos de los derechos humanos. Personalmente, hasta expuse mi vida en defensa de esos derechos. Sin embargo, si hay que castigarlos, debe hacerse de manera civilizada», agrega.
El cura menciona que en sus visitas a Punta Peuco se dio cuenta que quienes habían cometidos «barbaridades, había muchos de ellos reconocidos y estaban presos, me preocupó mucho. Para una persona que sabe que Jesús se identifica también con los que están detenidos, me di cuenta que con esa gente nadie quería ensuciarse las manos: ni el Ejército, ni los políticos, ni la derecha, y, obviamente, los que habían sido víctimas tenían una terrible razón para rechazarlos».
El religioso también menciona que muchas veces ha ido al penal por un motivo de humanidad, dejando en claro que no pretende que se le juzgue como que está perdonando, ya que eso le corresponde a las víctimas.
«Estoy claramente diciendo que esas personas tienen también que ser tratadas como seres humanos, que también tienen derechos. Y en ese contexto donde hay un dato fundamental: una sociedad y un juez que castiga no pueden incurrir en acciones que se alejan de la civilización. Si yo tengo en la cárcel a una persona con alzheimer, con una enfermedad terminal, que ni siquiera sabe dónde está preso, es una muestra de civilización tener en cuenta esa situación, porque en una misma cárcel jamás va a poder tener el trato humanitario básico que requiere una persona que está con esos niveles de enfermedad terminal», explica.
Y aclara que probablemente Punta Peuco tiene mejores condiciones, pero que no es un hotel cinco estrellas, porque «tiene enormes controles y tiene incomodidades propias de una cárcel. Por lo pronto, no se pueden mover, hay horarios rígidos, no salen. Ahí no se aplica el régimen de beneficios y salidas que existen en otras cárceles, lo cual es bastante duro. Así como muchos consideran que en esa cárcel hay mejores condiciones de vida, es necesario reconocer que en cuanto a beneficios se discrimina al revés; las condiciones son más duras. En eso, tiene que ver la sociedad si se justifica o no, pero que las cosas se digan en su verdad».