El tamaño del Estado

El tamaño del Estado

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Si hay algo que se ha demostrado desde la caída del muro de Berlín es que los países que se desarrollan son aquellos capaces de entender que el mercado y el Estado funcionan en una lógica de colaboración y no de competencia. Los que se estancaron fueron aquellos que tuvieron fe ciega en el Estado o creyeron que el mercado funcionaba solo. El éxito fue para quienes hicieron carne la vieja máxima de la tercera vía: “cuanto mercado sea posible cuanto Estado sea necesario”. Aquellos preocupados de tener mejor Estado y mejor mercado.

Por eso el vetusto estatismo o el maximalista neoliberal de los sectores de derecha es tramposo para el debate actual. Ambas formulas integristas  han fracasado en el mundo. En Chile viven un auge artificial. Como señala Michael Sandel, el reconocimiento de que existen límites morales para el mercado hace evidente su necesidad. De igual forma la limitación del poder estatal y la existencia las políticas públicas, presupone el reconocimiento de un buen Estado. Chile debe escapar de la discusión maniquea de la guerra fría que nos tiene entrampados. Debemos centrarnos en la forma en que está creciendo el Estado y los límites valóricos que impondremos al mercado.

En el caso del tamaño del Estado la ausencia de análisis y propuestas es evidente. Según estudios los empleos públicos han crecido más de un 40% desde el año 2002.  Y este crecimiento ha sido totalmente inorgánico: se crece en programas o asesorías más que en funcionarios en servicios permanentes. La máxima ha sido crecer a través de formas de contratación precarias y sin protección para el trabajador y con alto de riesgo de captura para el clientelismo de los partidos. El caso de los altos ejecutivos públicos es peor: la violación permanente del sistema de ADP ha transformado los cargos directivos en esencialmente provisorios y entregados en general otra vez a la administración partidaria.

El segundo problema parece aún peor. Pasamos a tener 23 ministerios. Cada uno de ellos ha respondido más a necesidades simbólicas que a razones técnicas. Se crece en la medida que hay grupos de interés que presionan por la relevancia de tener un Ministerio o subsecretaria para su sector. Los actuales problemas de coordinación del gabinete pueden ser tributarios de este crecimiento desmesurado. Es imposible que la Presidenta hable una vez a la semana o al mes con cada uno de ellos. Acá el crecimiento ha sido orgánico pero horizontal. Más jefaturas con poco personal. Mientras tanto -en el sentido vertical -vemos  deficiencias terribles por falta de funcionarios. Cada día el Estado se parece más a una ameba rectangular compleja que a una pirámide con jerarquías y funciones claras.

¿Por qué se debate poco esto? Simplemente porque a la política le falta debate de Estado más allá de las coyunturas del Gobierno. Y porque es necesario friccionarla para que deje de mirar con la óptica de los 60 un mundo en constante cambio. Por ahora debemos volver a reconstruir una mirada de país y abocarnos a la tarea de construir un mejor Estado más allá de su tamaño.

Sebastián Sichel, abogado

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