Decisiones peligrosas

Decisiones peligrosas

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TODO INDICA que la senadora Carolina Goic seguirá al mando del partido Demócrata Cristiano. Después de una abrupta asunción con motivo de la renuncia del senador Jorge Pizarro, el escenario comienza a decantarse en las huestes falangistas. Será en la Junta Nacional de enero donde se adoptarán las definiciones más fundamentales, en lo que podría constituir un punto de inflexión para la trayectoria que hasta ahora ha tenido el partido más grande de la coalición oficialista.

En efecto, más allá de la continuidad en la conducción de dicha tienda política, lo que verdaderamente deberá discutirse ahí tiene que ver con algo mucho más relevante, que se refiere a la identidad de un partido de centroizquierda y a la estrategia que éste debe implementar a la luz del actual y probable futuro escenario. Después de muchas declaraciones, matices o rabietas, las que poco y nada eran después acompañadas con hechos o actos concretos que sustentaran su relevancia o significado, parece que esta vez las cosas van en serio.

Desde el año 1990 que la DC viene cayendo en su representación electoral, siéndole cada vez más difícil distinguirse y diferenciarse en el marco de una coalición que abandonó esa vocación articuladora, aquella que tiende puentes y que busca mayores acuerdos para dar sustentabilidad a las políticas públicas; desdibujándose el rol y aporte que partidos como la Falange deben hacer en una coalición de centroizquierda. Pero como la política es esencialmente una actividad de ritos y símbolos, es que una parte significativa de ese debate se resumirá en la decisión de contar o no con un candidato presidencial propio para las próximas elecciones; pero, sobre todo, a la posibilidad de concurrir con este abanderado directamente a la primera vuelta.

Lo que ya parece evidente, es que cada día resulta más difícil que la DC renuncie a la alternativa de competir con un representante de sus filas, más aún cuando es probable que la Nueva Mayoría pudiera perder las próximas elecciones. Pero participar en un procedimiento interno en la coalición, supone atacar los resultados y apoyar a quien resulte elegido, cuestión a la que no todos los dirigentes y militantes de la Falange parecen estar dispuestos, en especial si dicha opción profundiza el derrotero adoptado por el oficialismo en los últimos años.

La otra alternativa, aquella de llegar a primera vuelta, en los hechos significa que la DC abandona la Nueva Mayoría. Y más allá de la ingenua retórica que supone declarar apoyos de segunda vuelta, el principal problema estriba en la negociación parlamentaria. De persistir la actual coalición y conformar ésta una lista sin la DC, deja en un muy complejo escenario a una Falange que, especialmente ante la posibilidad de perder el gobierno, debe intentar refugiarse en el Congreso.

Puestas así las cosas, la tensión y el debate serán muy duros. Al punto incluso, que la propia DC resulte irremediablemente dividida con motivo de la decisión que finalmente adopte. (La Tercera)

 Jorge Navarrete

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